miércoles, 30 de julio de 2014

VIAJAR ES UN PLACER: ASTURIAS Y CANTABRIA. I

Hace días que no asomo el morro por estas páginas pero es que me he estado dando un garbeo por uno de los rincones más bonitos de España. 
El viaje ha sido denso y como ya no es la primera maleta que hago, los recuerdos de otros lugares llegan a mi mente. Cuando aterricé en Oviedo enseguida me acordé de Irlanda, como mucha gente. Pero viendo la amabilidad de los conductores de autobuses del aeropuerto y que tenían cambio para que te pudieras subir, me di cuenta de que afortunadamente no estaba en Dublín. Y es que en Dublín si no llevas la cantidad exacta te dicen no, no, no. Y no son la Wini Winjau.
En Oviedo se respira las buenas maneras, el sosiego de una ciudad culta que te recuerda a Clarín o a Armando Palacio Valdés, dos de los escritores que leí cuando estudiaba. Oviedo es una ciudad amable, acogedora. Ya la había visitado antes pero estos años la han hecho mejor, más limpia, más bonita. Aterricé el 22 y recorrí los viejos caminos. La catedral, el teatro Campoamor, el museo, las esculturas que decoran por aquí por allá, la calle Uría y ese numero 34 donde Leopoldo Alas escribió la Regenta. 
Si hace algunos años temía el carácter provinciano, hoy entiendo que ciudades que han sabido crecer de manera sostenible ahí están. Otras ciudades como la mía que se han entregado a franquicias y mercadonas y enormes superficies han perdido su identidad. Me ha gustado mucho Oviedo. Cuatro noches para Oviedo y pueblocitos de alrededor, pero eso será otro día.

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