martes, 12 de enero de 2010

Desencuentros Padres - Hijos

Hoy por la tarde he estado montando un simpático cuplé que viene a demostrar que el mundo está montado de tal manera que lo que a uno le parece bien a la generación siguiente le suele horrorizar.
El padre era un seguidor ciego que los carnavales y mira por donde el hijo le salió rociero.

Se me olvidó decir que era el segundo cuplé, espero no te haya molestado el primero.
A lo que iba. Desacuerdos. Generalmente somos los padres /madres los que esperamos filtrar nuestra forma de ser y nuestra cultura que para la siguiente generación es simplemente ABERRANTE.
Por lo demás que razón tiene el que dice que pá tó piden papeles, menos pá ser padre. Somos capaces por una foto ver un hijo sufrir. Y pá muestra un botón, aunque es un botón americanizado, como suele suceder.




Me sigue impresionando algunos versos de los locos bajitos de Serrat treinta años después, como el que dice que se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción o ese otro "a los que por su bien hay que domesticar"
A menudo los hijos se nos parecen,
y así nos dan la primera satisfacción;
ésos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.


Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, (dicen) que hay que domesticar.


Niño,
deja ya de joder con la pelota.
Niño,
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.


Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
con nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos
para dormir.


Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada
y en cada canción.


Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día
nos digan adiós.