sábado, 6 de noviembre de 2010

DE LO EXIGENTE Y ASTRINGENTE QUE SON ALGUNA GENTE EXTRAÑA Y ESTRIÑIDA.

Sale de vez en cuando una cuña /coña por la radio cantando "felicidad... cuando salgo del baño". Escatología pura.
Ponen por la tele un anuncio de una chica de mal humor con un estreñimiento feroz. También es catológico.
Pero despreciando todo lo escatológico o mandándolo a la mierda, valga la contradicción, vas conociendo a gente tan exigente que te da toda la impresión que tienen el espíritu astringente y seco y rancio y porío y ello deriva en un extraño estreñimiento.
Tomar decisiones es muy duro y tal vez por ello son los jefes los más exigentes, astringentes y con extraños casos de estreñimiento.
Yo, que entiendo un poquito de mandar porque llevo 48 años recibiendo órdenes, les diría a todos ellos que no den órdenes, que actúen y digan lo que hay que hacer haciéndolo ellos. Que obras son amores. Y que imaginación al poder. Que ni dios ni patria ni maestro. Cada uno tiene que ser responsable de lo que hace y esto es lo más bello que nos tendrían que enseñar en las escuelas. Con maestros y maestras que enseñasen con su sabiduría innata y su buen hacer.
Pero el 68 ya pasó. Aún así algo anclado me he quedado en el pasado y al despertar de mi torrija habitual me he puesto a silbar viejas melodías pero con letras de siempre.
Las voy a elaborar un poco que no todo lo que sale a la primera vale.
Leyendo cosas más inteesantes, el artículo que El País le dedica a Felipe González trata también de la dificultad de tomar decisiones. Pero tienes que conseguir que todos mejoren su nivel, no cargártelo.
En fin, dice muchas cosas y no todas me huelen bien.
Más gracia me ha hecho la despedida del Papa que en lugar de decir el clásico PODÉIS IR EN PAZ, ha dicho: ¡QUE SE ABRAN, ADIOS!

ANCHA ES CASTILLA, ESTRECHA ES LA VIDA.

A través de los vídeos he conocido a un profe de música de los que son capaces de crear. Su grupo, La Fanega, hace música folk desde hace mucho tiempo. Incluso conservo un vinilo de ellos.
Ha pasado el tiempo y han editado un disco al que le deseo lo mejor. Su primer tema, A UN VIEJO PALOMAR, me ha hecho pensar sobre la evolución de los últimos años. ¿Evolución?
Conozco más Aragón que Castilla, pero la situación me resulta muy similar: pueblos abandonados porque el personal salió para Madrid o Barcelona.
Las causas son muchas y no todas para ponerse a llorar. Nadie deja su pueblo por gusto y las oportunidades de la ciudad tiran mucho.
Pero comparas vidas y piensas: ¿esto es calidad de vida? Te levantas a las 5 para llegar el trabajo a las 8, el trabajo, los hijos, la vida gris.
Este es el sentido que le he encontrado a esta canción. Abandonamos el palomar, la tierra, la tertulia, el tiempo, todo, hemos abandonado todo por un materialismo angustioso. Como cantaba Labordeta en las coplas del tión: si yo encontrara una moza que se quisiera casar, me quedaria en el valle y me pondría a labrar. Dice que aquí no se puede..... Genial la letra.

Yo tampoco.

Nunca pensé que llegaría, canta la quinta estación. Yo tampoco. Descubro que hay 499 entradas en este blog y que excepto algunas narradas desde la inmediatez, la mayoría logran el objetivo de no importar cuando se lean.
Son penosas tanto hace un año como hoy.
Mi intención no era otra que ir acumulando recuerdos y sabidurias.
Te has quedado en lo primero, no se puede dar lo que no se tiene.
Algunas veces el uso exagerado de la hipérbole me señala con el dedo y arriesgo demasiado por un jugo de palabras.
Dilo claro, eres un bocazas.
Pero he descubierto a las 500 entradas lo que decía en la primera: el placer de compartir: alguien que busca información de Marruecos y se ha topado con el blog, alguien que viendo un vídeo ha seguido mirando. Y dar y compartir es un sentimiento hermoso.
Pues anda y que te den, mamón.
Algunas veces mi otro yo me desanima y me anima a quemar los papeles como Kafka, me da la nausea como a Sartre o me siento un extranjero, como Camus. Son los momentos existenciales donde me planteo todo.
Menos planteamiento y más manos a la acción: QUEMA EL ORDENADOR.
Otras veces la felicidad irrazonable pero corta me da un suspiro de aliento.
Si te vas a poner más idiota me retiro.
En fin, que ante una sociedad indecente, rara y absurda como la que nos ha tocao, es una catarsis auténtica poderse reír un rato.
Eso, por lo menos nos descojonamos. Yo de ti, evidentemente.