martes, 11 de junio de 2013

FECHAS OLVIDADAS, AÑOS IGNOTOS.

- ¿Qué es ignoto?
- No lo sé, desconozco su significado.
Del humor y realidad, a chaque jour une chanson:
El del medio de los Chichos se me ha aparecío en sueños, de Estopa. A mí me ha pasado lo mismo, el del medio del 82 y el 84 se me ha aparecido en sueños y me ha dicho:
- ¡ERES UN CABRÓN! ¡Me tienes olvidado! Todo lo importante se lo llevan los años pares. En el 82 el mundial y terminaste la carrera. En el 84 Eurocopa y Olimpiadas y sacaste las oposiciones. Y en el 83 nada. ¡Pues que sepas que fui un año muy importante en tu vida y ahora que se cumplen 30 años no me has dedicado ni una página!
Y yo, que en el fondo soy un buenazo, le he hecho caso. He dejado de lado la Memoria del 82 porque es tan real que hasta miedo me da que en el magisterio seamos tan arcaicos, y me he ido a recordar aquel 83.
Yo era un muchacho tranquilo, que cantaba el Silvio en cierta historia de amor, había viajado algún verano por Barcelona pero estaba más verde que toda la Guardia Civil. Verde sí, pero maduro. Era un ácrata de altos ideales. Mi vida estaba rodeada de libros y canciones. Las mujeres me interesaban poco, los hombres también. Me fastidiaba bastante la incapacidad de los hombres que pensaban con la cabeza del miembro que vive en la entrepierna. Muchas sirenas me lanzaban cantos pero yo solo escuchaba a Brassens por aquel entonces.
Nunca he recordado este año porque no me gustan las batallitas. El abuelo Cebolleta no era mi cómic preferido. Será que me hago viejo, que canta el Carlos en Poco a poco, lo cierto es que hoy me acuerdo de aquel año. El CIR fue en San Clemente de Sasebas, Girona, con más frío que vergüenza, y allí aprendí a como no tirar una granada y a como no limpiar un fusil e inventé un desfile militar con pasos amorfos y descoordinados que todavía se recuerdan y en algín psiquiátrico estará el teniente sevillano al que le jodí la vida. Recuerdo esos primeros días de enero que llegas con cara de perdido y cual no sería mi aspecto que en la cantina me dijeron:
- Ojú chavá, no te quea a ti mili.
Pero no. Aquel caimán se equivocó. Salí de Girona camino Lérida y como escribía a máquina peor que muchos, tenías pocas nociones de contabilidad y era maestro sin plaza, me mandaron a la imprenta y no a otras dependencias importantes.  Pero allí éramos todos hermanos. Santi, Javi y yo fuimos a la imprenta y Santi nos invitó a Fraga. Santi Bielsa era un catalán que era todo corazón. Como he escrito alguna vez, las chuletas se nos quemaron...¡PERO LO PASAMOS DE PUTA MADRE!
En el 83 la gente de enero dimos nuestro golpe de estado para cambiar este país. Yo llevaba la administración de la imprenta con el mismo desenfado con que suelo llevar las cosas. Al final de mes preparaba el balance que presentaba con mucha dignidad al capitán. El capitán sabía que yo había desviado mil pesetillas (¿que son 6 euros?) y yo sabía que él desviaba cien miel (¿qué son 600 euros?) Como en la pulga y el piojo, los de víveres traían víveres, los de la cantina cervezas, pan y vino tinto y nosotros poníamos el terreno de juego y hacíamos tarjetas. Allí estaba Naranjito, Zahorí Serrano, Andrés o Díaz de Cerio. Una tarde dí una calada a un porro y supe que no me gustaba. No lo he probado nunca más.
En Junio del 83 ya éramos los dueños del cuartel. Las borracheras eran frecuentes porque mezclábamos el vino que traía el de Cariñena con el pacharán que traía Satrústegui, Satrus, y las cinco cervezas previas mezcladas con queso y chorizo. Todo muy educativo. Pedí permiso para presentarme a oposiciones pero estuvieron a punto de quitármelo por un enfado del coronel, en este caso justificado: habíamos hecho los oficios con el culo, con perdón. Al final me dejaron bajar pero solo tres días y ni siquiera sé si aprobé, aunque creo que no. El examen me salió igual que los oficios. En diciembre era la fiesta del cuartel y Zahorí preparó una carroza de prostitutas. Pensó que yo, a pesar de mi pinta de cura y de soso, tendría que ser un bombazo como proxeneta. Acertó el cabrón.
Terminó el año 83 y a finales de febrero del 84 terminé la mili. Pasé por Andorra, compré tabaco, que por cierto era muy malo, y volví a casa. Quiero volver a casa, quiero estar junto a ti. cantaba la Trampa. Yo no quería volver ni quería estar junto a nadie. Quería vivir, volar. Un amigo me dijo que Canarias era una experiencia buena y no me lo pensé dos veces. 
- ¡¡¡EH!!! Ese ya no es el 83, no te pases. Que ibas muy bien.
Me alegré enormemente, valga la contradicción, no sacar aquel acceso directo que te idiotizaba cerquita de casa. Tenía muy buena nota pero un suspenso en primero. ¡¡¡BIEN!!! No me lo dieron. Y volé y viví. Y en el 85 conocí a una preciosa chiquita...
Pero ese es otro año.




SOCIEDADES PRIVADAS (1982)

No hay nada tan detestable ni odioso como la demagogia utilizada por el sistema de la lógica absurda, la lógica directa basada en la desargumentación del "enemigo" a partir no de los principios sino de las conclusiones.
Y es esto lo que aprovechan los comisarios de la escuela divina para oponerse a la libertad de enseñanza. Porque elegir no es libertad cuando solo pueden hacerlo algunos. Suponen que en la alternativa escuela privada o pública, está la libertad. Y no es así, no puede ser así.
Los orígenes de la escuela privada lo remontan a una deficiencia en el sistema escolar. Ellos, salvadores de la cultura, no podían consentir esto y de ahí su enorme labor para combatir la desescolarización. Curioso. Por dos razones. Los niños sin escuela eran pobrecitos adinerados y, por otra parte, ellos sí tenían dinero para hacer colegios, el estado no. En ningún momento hablan de la escuela privada como mero negocio.
Pero el profundo de la escuela privada es mucho más terrible. Si entendemos por educación el preparar al niño para la sociedad aquí estamos montando dos sociedades. Una privada y otra pública, una privilegiada y otra a merced de la privilegiada, una dónde saldrán los buenos y otra de dónde saldrán los servidores de los buenos, una cadena de reconocimientos sociales por medios y apellido y otra carne social, paro, masa, desventura.          Jerez, 1982