A veces cometo una intrepidez y paseo por grandes almacenes. Como llevo puesto el disfraz de observador me divierte escuchar las excusas, normalmente de los varones para no comprar algo (o las mías propias y me observo desde fuera):
- Bueno, si tenemos que venir el sábado...
- Bueno, pá una cosa sola mejor no....
- Vamos a esperar que lo rebajen un poco.
Las excusas salen de la boca casi sin pensarlo cuando no queremos hacer algo. Yo mismo soy un enorme cultivador de excusas.
Incluso Lucas me dijo hace unos días con sorna:
- Tú todos los días tienes diez minutos donde te crees que todos los que te rodean son tontos.
La excusa es fruto de la rutina porque es inexplicable dar una excusa absurda a una persona a la que tenemos aprecio. La excusa deriva en excusado. Las relaciones humanas terminan allí, terminan así.
La excusa es como la mentira consciente y la mentira es algo que se esconde. Tener la excusa en los labios es matizar la realidad y atizar al que se la damos. Nunca hay una excusa perfecta y sí demasiadas excusas no pedidas que son acusación manifiesta.
Que las verdades no tengan complejos, dice Sabina.
Tal vez sea el espíritu de esta canción la excusa de esta entrada.
Y ahora tengo que ir a una cosita y os dejo...
Ya estamos con excusas, pedazo de excusado.
Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentira,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras.
Que no se ocupe de tí el desamparo,
que cada cena sea tu última cena,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena.
Que no te compren por menos de nada,
que no te vendan amor sin espinas,
que no te duerman con cuentos de hadas,
que no te cierren el bar de la esquina.
Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.
