martes, 14 de mayo de 2013

ROMANCE VECTORIAL EN LA HABITACIÓN. MIGUEL ÁNGEL ALCEDOA (1982)

MIGUEL ÁNGEL ALCEDOA
La luz cenital del cuarto fluía creciendo hacía la noche. Se respiraba un aire caliente. La pequeña ventana cerrada por el gélido viento del norte que de tarde en tarde hace aparición. Los buenos y malos humos de la cocina llegaban justo hasta allí. Una mosca zumba a reacción. Unas palmas suenan pero no le dan alcance.
Fuera, el futuro. Grupos de jóvenes se pasan un cigarro que despide un humo amplio. El ruido no cesa, tacos y amenazas en una constante vital sobre unos ladrillos amontonados.
Luz dispersa. Sillas ocupadas por ropa, cables y cintas. La luz hace más difuso el póster de la casera y el cartel que anuncia la Semana Santa. Alguien trabaja en una butaca de caña. Al llamar a la puerta unos dedos inseguros se acaba el trabajo.
-- Hola.
-- ¿Qué hay?
-- Aquí vengo a molestar.
-- No será tanto.
-- Es que estoy pegada.
-- Bueno, siéntate.
-- ¿Tienes mucho que estudiar?
-- No. En Magisterio no... ¿y tú?
-- Yo muchísimo. Las notas bien, menos matemáticas.
-- ¿Qué estáis dando?
-- Ecuaciones de la recta.
-- ¡Uy,  eso me encanta!
--¿de verdad?
-- Sí
-- Es que tú sabes de todo.
-- Trabajo, mucho trabajo.
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La tele deja oír un estribillo de canción y el ceño del muchacho se fruñe.
-- Bueno, ¿qué dudas tienes?
-- Todas.
Los estudiantes tienen todo tipo de dudas, menos una. Están convencidos de ser unos incomprendidos. En la relación docente-alumno se evitan los nombres, la familiaridad es pequeña. El entrevistador en la tele deja muerta la presentación citando el nombre del artista. Dice el nombre completo para que la duda no exista en el público. Después cita sólo el nombre para probar que son amigos.
                - En el fondo de un aljibe me encontré
                   la tristeza de matar al rey Guadiz.
- Y bien Carlos, ¿qué piensas de las manifestaciones multitudinarias?
- Bueno yo... Pá mi cuatro juntos ya son multitud y m´asusto.
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En la sala se levantan a cambiar el canal, un forofo se enfada.
- Digo, aquí siempre hay que ver lo que a ti te gusta.
El castañero se defiende
-- Vamos a escuchar las noticias.
Breve rumor de afirmación y silencio. La primera noticia arrastra al comentario.
-- Se están comiendo tó lo que dejó el otro.
Desde la cocina la madre sufriendo la vida sin saber contesta a una interpelación.
-- Pues si no te gusta haberla hecho tú.
Maestro y alumna deciden con una mirada cerrar la puerta. Discuten un poco. Es la vida.
-- ¿Por qué no has venido a preguntarme hasta hoy?
-- Te lo he dicho otras veces.
Arturo se enfada, es una táctica vieja, pues no tiene ganas de explicar nada.
-- ¿Tú te crees que con dos ejercicios que yo te explique vas a a prender mucho?
Tere se desespera falsamente pues desea sentirse víctima.
-- Es que tú tienes mucho trabajo.
-- Todos tenemos trabajo.
-- Y yo trabajo por lo menos dos horas.
-- Es que yo no sé lo que tú trabajas.
Tere se calla, tiene los ojos apagados. Arturo se crece.
-- Es que esto va muy mal, es posible que así no apruebes... y ya repetiste el año pasado.
Tere no despega los labios, Arturo avasalla más.
-- Y soy yo el que se está hartando, venir aquí casi el último día. ¡Vete a la Iglesia!
Tere se lleva los ojos al cielo y Arturo se pasa.
-- Estoy hasta el gorro de tantas explicaciones, uno es maestro y no un cuida bobos.
Tere reacciona, se levanta, digna, superiora.
-- También me he cansado yo. Ya está bien de tantas explicaciones. No vengo ni un día más. Haberme dicho lo que era. ¿Lo entiendes?
Arturo entiende que la única salvación es llamar a su madre.
-- Mamá, ¿Y el caldo?
Tere recoge los libros y cae uno al hacerse la distraída. Arturo no puede ser irónico y recoge el libro.
-- Toma.
De pronto ella tira todos los libros. Arturo los recoge.
-- ¿De verdad que no sabes nada?
-- Ya lo sabes. Tú lo sabes todo.
Tere hace un gesto, aprieta los labios y dice
-- Bueno, ¿me explicas o no?
Es de noche. El frío se intensifica. Arturo solo lleva un pijama de kárate de tela fina y el caldo estaba frío. Se asoma a la ventana y continua el comadreo de los golfos. Algunos montados en sus motos y armando camorra por asuntillos con los los viandantes ven pasar la vida.
-- Te vendo este codo.
El pasante le saca la lengua.
-- Eso lo has robao tú.
-- Lo que tú digas, precioso.
-- Pero criatura ¿No sabes que mi padre es Guardia Civil?
El porreta se desconcierta momentáneamente; se recupera enseguida.
-- Te rompo la nariz, chato, como digas algo.
-- ¿Tú? ¿A mi? ¡Anda ya!
Un compañero del golfillo se acerca.
-- Venga, deja a éste ya.
-- Como digas algo te rajo.
-- No tienes tú való pá hacerlo por donde yo quiero.
-- Só cabrón!
El segundo golfete le empuja.
-- Mañana le daremos una hostia.
-- Le daremos cinco.
Es de noche.  Arturo tiene sueño pero tampoco quiere meterse en el asunto vectorial. Lama a su madre que también es su cocinera, su lavadora, fregadera y repartidora de cariño en porciones para que se lleve el cuenco. Le da como gusto pensar lo bien que estaría en la cama, los pies calientes y la mente ocupada en contar ovejas.
-- Bueno Tere, ¿tú sabes hacer ecuaciones de x e y?
Arturo se somete. Tere no contesta.
-- Yo sé que si sabes porque te lo he enseñado yo.
A Arturo el caldo le ha puesto tonto.
-- Anda, hazme este ejercicio, sólo uno, para que yo vea que lo sabes hacer.
Arturo le coge la mano. Tere lo piensa lentamente.
Venga,  que tienes que aprobar.
Hay un silencio.
-- Venga, que yo sé que tu puedes aprobar.
-- ¿De verdad?
-- Por supuesto.
-- Y antes ¿por qué te pusiste así?
-- Para motivarte. Anda, ya lo entenderás cuando estudies magisterio.
-- ¡Si! ¿Tú crees que voy a llegar?
-- Parece mentira ¡Por supuesto!
Se dedica a su tarea. Hace el ejercicio emborronando una página.
Al final Arturo coge el cuaderno, borra siete u ocho operaciones, las repasa y exclama
-- ¡Lo tienes casi bien! Siempre te equivocas en lo mismo.
-- ¡Uy! No voy a aprobar nunca.
-- No te preocupes, las monjas no exigen mucho.
-- Bueno, ¿hago otro?
-- No, ahora no. Toma, llévate el cuaderno, repasa éste y haz uno igual. Si mañana tienes alguna duda vienes otra vez ¿vale?
-- ¡Sí! ¡Con todo lo que tú tienes que trabajar!
                                                Miguel A. Alcedo.
                                                 3º  Filología.




          




DIEGO EL CIGALA:ROMANCE DE LA LUNA TUCUMANA

Después de oír el disco con calma y con pausa, decir que algunos arreglos matan la canción. Al igual que una camisa lleva bordado en la parte de atrás un dibujo que la hacen imponible, este disco lleva en casi todas las canciones unos arreglos estúpidos.
La guitarra eléctrica es como un santo con dos pistolas. Canciones como Por una cabeza es una versión pésima que no se debería haber hecho nunca.
Estoy arrepentidísimo de haberme comprado el disco. Lo compré por 9´90 y te lo ofrezco por 9.
Y no soy rencoroso.

VICTOR LEMES. POPURRIADAS