martes, 7 de octubre de 2014

7 DE OCTUBRE DE 1952 A 7 DE OCTUBRE DE 2014.

Hoy tengo muchos recuerdos en blanco y negro. Hoy es un día gris, triste, amargo. Hace 62 años que se casaron. Mi madre se casó de negro porque hacía mucho se había muerto un pariente lejano, pero antes las cosas eran de otra manera.  Mi madre era una señorita con dinerillo. La abuela costurera y el abuelo con un tabanco. De casta le viene al galgo.
Mi padre era de familia pobre, de esas que comían un huevo al año. El campo no daba de comer a cinco hermanos. Tierras de cultivo que pasaron a mano de los americanos para poner allí una base militar. La solución era emigrar a Cataluña o entrar en el ejército.  Y mi padre se metió en el ejército. Primera decisión errónea. Pensando que el ejército no tenía mucha jubilación abandonó la carrera en el ejército, ya era sargento, por la Guardia Civil. Segunda decisión errónea. Mi padre echaba una quiniela de catorce y le crecían los enanos, o algo así.
En los últimos quince o veinte años me volví su confidente. Me contó toda su vida varias veces. Me contó que cuando vio tanto trapicheo y contrabando pidió dejar la costa. Con un guardia tan atípico se frotaron las manos. Llegó a Prado del Rey y en aquellos años se la hicieron pasar putas. Vigilando en cortijos, favoreciendo al señorito. Y todo por una miseria. Un duro al día que se gastaba en la pensión donde le ponían las sobras de los clientes.
De Prado del Rey a Santi Petri, al Puerto de Santa María en el penal y la familia en un cuartucho de una azotea. Veinticuatro horas de servicio en la playa, cuando llegaba puerta o cualquier barbaridad. Mi madre lo aguantó de manera estoica. En pocos años tres hijos y con muy poco que comer. Se administraba bien con lo poco que tenía. Y mi padre se sacrificó como ella, renunciaron a todo. Con la bicicleta iba a buscar pescado, carne. No se iba jamás a un tabanco como otros guardias, no reclamaba una ración especial. Lo peor para él, lo peor para ella. Mi madre lo pasaba mal y a mi hermana mayor la tuvo que criar mi abuela.  Tiempos duros.
Cada vez que salía a tomar café con mi padre me contaba anécdotas e historias para no dormir. Que si la suegra, que si su hermano Curro, que si el brigada maricón de Prado del Rey, que las penalidades en el Penal, que si el hijoputa de Franco quenuncahizonadaporlaguardiacivil. Los cinco hijos nacimos de chiripa, sin seguro médico, sin medio alguno.
Hoy he recordado el 7 de octubre del año pasado especialmente. Ya casi no quería salir de casa pero ese día me pidió salir. Nos fuimos a avenida de Europa porque quería unos pantalones de El corte chino. Cada vez pesaba menos y no le servían los pantalones que tenía. De allí me pidió ir a una floristería para comprarle a mi madre unos gladiolos. Últimamente las cosas no habían ido muy bien entre ellos. Bueno, últimamente y siempre según él. "Tu madre no me ha querido nunca" me decía en voz baja.  "Tiene el oido perfecto, oye todo lo que decimos" Cien mil historias de familia me contó y al menos echaba nervios por la boca. 
Desde que no está se me hace insufrible ir por mi casa. No lo soporto. No aguanto mi casa sin él. Sé que mi madre no tiene la culpa pero ca uno es ca uno y tiene  unos colores.  Me acuerdo mucho de aquel soneto de Serrat  y por eso voy al menos una vez en semana. Pero con mil sudores.
Del 7 de octubre al 18 de noviembre todo fue a peor. Ya eran muchos años y un cuerpo que no quería seguir tirando. Dice la sevillana ese vacío que deja el amigo que se va. Pues eso mismo.