lunes, 8 de julio de 2013

CAMBIAR EL PASO Y PERDER PESO REFORMANDO EL PISO SIN REPOSO

 Me gusta trabajar. Será un bicho raro, pero disfruto haciendo cosas, cansándome, moviéndome, cambiando de actividad. El trabajo es salud y no hacer nada es mantenerla, dice el bicho der Casiano. Hoy me he levantao con ganas de trabajá- ¿Y que has hecho? Sentarme pá que se me pase. Todo esto lo escucho y me río, pero no va conmigo. Ayer eché abajo una cocina con 15 muebles y hoy los he bajado. Tres pisos, 30 escalones. Novecientos escalones. El sudor por la cara como si me hubieran tirado un cubo de agua. Y lo mejor, o lo peor, es que me gusta.  Vendimiaba y me gustaba: el trabajo  me realiza. 
No tenía ni nueve años y los sábados me iba al almacén del barrio. Clases particulares desde los 17 años. Jamás quieto, nunca parado. 
Hoy me cuentan que una persona que conocí bien jamás trabajó. Nos estuvo engañando a todos haciendo como que iba a trabajar. La noticia no me deja indiferente pero ¡qué pena por ella misma!
Trabajar, trabajar y para qué, cantaba en Pascual Joaquín Carbonell. Pues trabajar para sentirse útil, para dar, para sudar, para vivir. Trabajar para crear, para renovar. Paguitas no. Trabajo sí. Tener de todo un poco, como el pato. Hacer mil trabajos para hacerlos todos, no para no hacer uno. 
De pequeño nos enseñan que cuantos más golpes nos quitemos de encima mejor y resulta que al final y por eso mismo nos llevamos todos los golpes.



EN RESPUESTA A SU SANTIDAD: "¿QUIÉN HA LLORADO POR LOS QUE VIAJABAN EN LAS BARCAS?"

Estimado Francisco I. Tengo que agradecerle su preocupación demostrada en el sermón de Lampedusa. Su pregunta llega un poco tarde. Usted clama en Lampedusa y Salva, Manolo Santander o yo denunciábamos que un ser humano no puede ser ilegal desde hace muchos años.
Hace siete años ya mi compañero Salvador Garrido escribió este dramático texto ÁFRICA VIVE.
Léalo, su santidad.