martes, 19 de agosto de 2008

Humor y Realidad. 4. La hiperexageración

Reconozco que mido poco las palabras y largo unas bolas inmensas que algunos llaman hipérboles. Exagero con las descripciones de las personas que veo, con los actos que observo, etc. Pero no es por mentir ya que no son mentiras, es prestar poca atención a lo que me rodea o expreso.
Muchas veces me acuerdo del drama que vivió un curita de pueblo exageradamente exagerado que disfrutaba y hacía disfrutar a su audencia con unos sermones muy grandes y escandalosos.
Tal era su éxito que un día le avisaron de que vendría a su misa el Sr. Obispo y, tras el primer susto y su negativa en redondo por lo de sus exageraciones, le convencieron de que diera la misa y para reprimir un poco sus palabras atarle una cuerdecilla en los testículos que el sacristán tendría en la mano. La cuerda, evidentemente
Comienza la misa y todo perfecto. Su sermón versaría sobre el principio de la parroquia y a modo de parábola las dificultades habidas.
- Cuando comenzamos la obra de esta parroquia hace 300 años... (Jaloncito de cuerda) bueno, no hace tanto, digamos 100 años (jaloncito de cuerda) bueno, exactamente hace 24 años, nos encontramos con algunas dificutades y algunos hasta la tentación de abandonar.
La tentación la tenemos todos. En el Antiguo Testamento Adán se encontró con una serpiente de 180 metros (jaloncito de cuerda) bueno, tal vez 85 metros (jaloncito de cuerda)...
Y en estas estaban cuando se presenta al sacristán su mujer para pedirle 20 euros que necesitaba urgentemente y el sacristán, sin soltar la cuerda, empieza a quejarse con aspavientos:
- Joé, veinte euros ayer, veinte euros hoy, veinte euros...
El señor cura que notaba que le arrancaban las partes íntimas levanta las manos y grita:
- Ni un centímetro, ¡ni rabo tenía la puta!