Hoy, mientras veía en el cine LA ISLA MÍNIMA (extraordinaria por cierto) pensaba en la cantidad de gente maravillosa que tenemos en este país. Maestros, sanitarios, actores, guionistas, músicos. Somos un país con cuarenta y pico millones de personas y no supera el 1% el porcentaje de personas que nos tienen desmoralizados porque cuando llegan al poder abusan de él. De hecho en excesivas ocasiones he podido comprobar que los más trepas, los estómagos agradecidos, la canalla, da la vuelta a la situación y se coloca como político poderoso e influyente al que todos lamemos la oreja u otro órgano menos decoroso.
Pero no nos rasguemos las vestiduras. El poder es de derechas aunque gobierne la izquierda y siempre cae en los mismos errores, decía Leo Ferre. No nos rasguemos las vestiduras que nada más comenzar nuestra joven democracia tuvimos casos graves de corrupción. Después, cual bola de nieve, va engordando. Si estás en el poder y tienes que adjudicar una obra ¿por qué no admitir un regalillo? Y si para ser justo pones a todos una pequeña comisión ¿está mal? Y si puedes aprovechar tus influencias ¿por qué no hacerlo hermano, cuñado o yerno?
Así se ha escrito la historia de estos 40 años. Desde el yo no creo que el sombrero les toque en la tómbola de Carlos Cano, al retales, chapuza y pastiche de Aute. Del más capullo de mi clase que llego hasta el parlamento de Sabina al algo personal de Serrat. Suiza patria querida, tarjetas opacas, pequeños nicolas con urdangarines, eres en Andalucía o Pujoles con frijoles en Cataluña.
Pero que la desilusión no te rinda. Ve mañana a ver la isla mínima y verás que bueno es el cine español.
CANCIONES PARA UNAS ÉPOCAS:
