lunes, 27 de diciembre de 2010

TESIS HIPOTÉTICA DE POR QUÉ SEMOS COMO SEMOS Y HACEMOS LO QUE HACEMOS O NO LO JACEMOS

1. A menudo los hijos se nos parecen. Pero no solo eso, sino que encima nos dan una gran satisfacción. Pues ná más que queda añadir a la frase genial del Serrat que por ahí empieza casi todo. El primer año de vida nos parece a los papás insustancial y que tenemos un muñequito que toma biberón. ¡¡¡NO ESTAMOS EQUIVOCAOS!!! En el primer año de vida nos van calando y van aprendiendo como nadie lo blando o duro que somos, los que nos pueden pedir, lo satisfechísimos que estamos de haber traío un hijo al mundo y el ojo que nos cuesta sacarlo adelante, lo que reñimos con el cónyuge, la afectividad que desarrollamos y si somos tontos o lelos.
Le transmitimos nuestras frustracciones con la leche templada, sí, pero también nuestro estado de ánimo, la vida que va a tener, lo que esperamos de él. En Amsterdad, con la comunidad de judios ortodoxos yo, sencillamente, flipaba. Niños de cinco años que llevaban como hombrecitos a su hermano de tres al colegio. Con un rigor en sus acciones increíbles. En España observo que bastante tenemos con tenerlo y luego el trabajo y el stress nos convierten en mercaderes de afecto: "no tengo mucho tiempo para ti que yo también tengo mi vida pero te voy a comprar algo a cambio" Y claro, el enano se convierte en un consumista feroz y en un tirano feroz y a los cinco años tenemos en casa el lobo feroz. La mamá es una triste cenicienta y el papá un estúpido "padre-de-familia", serie americana que odio y soy incapaz de ver pero donde creo que está el germen de todo: los americanos nos han cambiado la vida y cada vez nos parecemos más a sus series.

Ya no sé distinguir si somos así de imbéciles y hacen las series o hacen las series y nos volvemos así de imbéciles. En Shin Chan aparecen las relaciones humanas de forma tan exacta que algunas veces digo "hijo la grandisima er japoné, como nos ha calao"
Cuando la madre se va de rebaja, cuando el padre pasa del niño, cuando el niño da morcillas. Todo real.
2. Aspectos culturales que no enseñamos y que viven en nuestro subconsciente. En nuestro caso el nacional catolicismo ha hecho mucho y muchos pensarán "que-coñazo-de-tío, aquello/ya-pasó" Decía mi amigo francés que lo que nos meten con historias de pequeñito no se nos olvida nunca. Lo de coñazo es verdad, pero aquí no pasa nada porque ocurren muchas cosas... ya me estoy liando. Quiero decir, nos marcan un sendero y aunque luego no creas en él ya lo tienes marcado.
Me gusta mucho el ejemplo del hijo pródigo. Es ese hijo o familiar que tenemos en casa que es más flojo que un muelle guita, que da por saco tó lo que puede y que jamás ha hecho nada. Un día se harta y se va. Coño, pues ese es el bueno. Y cuando vuelve FIESTA, FIESTA. ESTA NOCHE FIESTA.

Frenta a él tenemos la imagen del hijo responsable, serio, trabajador, cariñoso. Una persona fiel que está siempre a nuestro lado. Pues no te preocupes que termina siendo un cabrón envidioso y maloliente. "¿Papá, y pá mi no hay fiesta?" "¡Serás cerdo y miserable. Envidioso, vete ahora mismo a la pocilga" Para bolas las parábolas que nos enseña el subconsciente colectivo, la cantidad de esquemas que tenemos metidos en nuestra cabeza. De este ejemplo del hijo pródigo surgen multitud de ejemplos más: en muchas casas que está el hijo atendiendo a los padres mayores hay discusiones diarias y ese es el hijo malo. Cuando viene el hijo que está lejos se exclama por los pasillos y se llora por los rincones "ay hijo, cuanto te echamos de menos". Y yo a vosotros, jeje. Al fin y al cabo se premia más a la oveja negra que queremos que vuelva al redil que a la oveja fiel. Campañas de publicidad de vente a, si te vienes...
¿Y SI YA ESTOY? "Ah, no, entonces que te den por culo, tú no me interesas" En la sociedad nos enseñan a ser miserables para que cuando seas un poquito más bueno los de siempre se cuelguen su medallita, cuando lo fácil y lo honesto sería hacer las cosas bien.
3. Y de pródigo a prodigio. La vida en si misma es un prodigio de la naturaleza, el cuerpo humano es una máquina perfecta, la naturaleza es maravillosa. Sin embargo nos empeñamos en el materialismo y donde más insistimos es en lo estúpido. Cuando veo miles de personas haciendo fila para un "castrin" es que me pongo malo. Disfrutar con lo básico nos resulta vulgar, nos aburre. Es tiempo de salir por la tele y ser notorio aunque sea perentorio. En el fondo es la hoguera de las vanidades a escala familiar.
Y ahora sigue reflexionando tú. Te dejo la letra de los locos bajitos, aquello de empeñarnos en dirigir sus vidas y tantas cosas que deja caer.
A menudo los hijos se nos parecen,
y así nos dan la primera satisfacción;
ésos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.

Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, (dicen) que hay que domesticar.

Niño,
deja ya de joder con la pelota.
Niño,
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.

Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
con nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos
para dormir.

Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada
y en cada canción.

Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día
nos digan adiós.

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