jueves, 25 de abril de 2013

CRÓNICA POLÍTICA DE UN VEINTICINCO DE ABRIL POR JOSÉ SO NETO PEREIRA.

Veinticinco de abril y el clavel reventón de la discordia se abre nuevamente.
Un veinticinco de abril hubo una revolución preciosa en mi país, Portugal, porque pusimos claveles en los fusiles.
Hoy hace falta otra revolución. Una revolución de pensamiento porque tendemos a la miseria mental, a la austeridad de la alegría. 
En un veinticinco de abril hay que tomar medidas racionales pero diferentes. No pueden recortar más veces el triángulo para sacar nuevos triángulos. El último era demasiado pequeño y ya se van a cortar los dedos. 
Esos dedos acusadores que hoy quieren rodear el congreso de forma absoluta. El absolutismo no es la medida. La medida es transformar la austeridad en desarrollo. Trabajo hay. Dinero para evitar el desastre también. 
El problema  de la reforma laboral es doble. Primero porque no fue reforma, ha sido una contrarreforma a tenor de los resultados: se ha destruido empleo. Y en segundo lugar, pero no menos importante, los daños colaterales que parecen no importar a nadie y que sin duda saldrán a la luz en poco tiempo: la explotación y la depresión. 
Ya que trabajo sigue habiendo, los que están trabajando deben hacer más ante tanto despido. El reparto justo del trabajo y cubrir las necesidades básicas de toda la población es esencial. Tanto los que trabajan como los que no lo están pasando mal por culpa de un gobierno miope. En algunos años, siguiendo esta tendencia, habrá muchas personas mayores y pocos niños porque nadie se aventura a crear su familia en este estado de desesperanza.
Trabajo hay. Personas mayores que precisan ayudas en las casas. Monitores y monitoras para ayudar en los colegios a las clases con niños pequeños. Personal en los hospitales, arreglos en los edificios públicos, limpieza de bosques para evitar incendios. 
Este mismo gobierno que habla de un 25 % de economía sumergida debe conjugar ambas realidades: dedicar un tanto por ciento real del PIB para que todo el mundo trabaje y quien ya trabaje que no reciba ayudas.
Hoy más que nunca hace falta una revolución con ideas imaginativas que reviva la utopía, donde todo el mundo que quiera trabajar pueda hacerlo y esta producción nos haga a todos más felices.
Si pudiese hacer una revolución
haría la del veinticinco de abril
para poder poner en cada corazón
un clavel que no un fusil.
Una profunda herida social
provoca una deplorable confusión.
Yo pienso que como en Portugal
hace falta una nueva revolución.
Será la revolución de la decencia,
será la revolución ciudadana
que va adquiriendo más presencia.
La utopía despuntará mañana
anulando esa vieja creencia
que no es de fiar la raza humana. 
                             JOSÉ SO NETO PEREIRA