lunes, 16 de junio de 2014

LA MALETA EN LA PUERTA... Y LOS RECUERDOS QUE (SE) ME INUNDAN

Cuando llegué esta noche a casa y me encontré las maletas en la puerta no me sorprendí demasiado. Me lo había ido ganando a pulso durante las dos últimas semanas... Había ido todo demasiado bien y el destino te tiene preparado siempre un jarro de agua fría.
HIJO PUTA DESTINO, no sabía que tan literalmente.
Una llave de paso débil por los acontecimientos se deja ir y provoca una de las mayores inundaciones jamás vivida desde Noé. No me dio tiempo a prevenir que dicen que es mejor que curar y hoy me curo de espanto por tanto recuerdo acumulado.
Las maletas en la puerta y los recuerdos en el corazón. Disfraces de cuando los niños tenían seis años, vestiditos y abrigos o aquella chaqueta de primera comunión que tiene abajo un disfraz de tigre.  Sentí mucho ayer esos veinticinco centímetros de agua fruto del mal hacer de un fontanero que todo lo hizo mal. Los sacos de camping, las tiendas, los balones, toda una vida que cantó alguien alguna vez. 
Las maletas en la puerta y los recuerdos inundados, metafórico y real a la vez. Como la vida, tan real y tan metafórica, tan vital y tan metafísica. Tan tan tan, suenan las campanas. Pero ¿por quién doblan? Aprovecha Hemingway que te la dejao puesto.