martes, 30 de agosto de 2011

El arte de una tienda de reciclaje y el desastre de una tienda de Diógenes para terminar con el empeño en los empeños y otros carroñeros.

Disfruto hoy del disco DEFECTOS PERSONALES de M-Clan que tiene canciones como ANTIHÉROE, con la que me identifico completamente y ya lo he dicho en alguna ocasión.
Pasaba por Madrid, que dice el Aute, y por la calle Atocha me encontré una tienda de reciclaje de consolas, libros y discos pero cuyo lema es AMO RECICLAR. Yo ya lo he leído o ya no me gusta tanto pues lo entrego y me llevo otra cosa. Me llevé varios discos, los escucho y estupendo, mire usted.
Llevado por esta perversión musical e imaginando que las cosas son parecidas aquí y en Pekín, descubro en mi ciudad una tienda a la que llaman Cash Converter que me llamó la atención por la enorme fila de personas con impresoras antiguas, bicicletas pinchadas, cintas para no correr, cristalerías de la vieja bohemia, etc, etc, que había en una puerta contigua. Yo imaginaba que esas cosas estarían mejor en estercolero converter porque no hay cash para pagar eso.
Imagino que la necesidad agudiza el ingenio y sobre todo el no tener otra cosas que hacer, pero cual no será mi sorpresa al entrar en la tienda y encontrarme una sillita de coche de bebé con marca de orín y vomito putrefacto, un espejo con la figura de la abuela enquistada, una cuna de bebé años 60, un vinilo de Serrat roto por la mitad, un plato de vinilo con la sopa fría, una bicicleta estilo unión soviética sin manillar y muchas más antiguallas dignas del museo del horror. Mi capacidad de sorpresa que creía limitada se engrandece por momento al descubrir con estupor los precios de algunos artículos: silla de bebé: 2 euros, impresora o monitor: 1 euro.
Alucinado me pregunto como alguien puede atravesar media ciudad o salir de casa con un carrito de niño en ese estado para venderlo por la mitad, me imagino. ¿Dónde ha quedado la dignidad de un jefe de tiendas que no saca inmediatamente a la basura ese artículo después de haberle dado su merecido euro al que lo ha llevado hasta allí?
¿Por qué contrataron a Diógenes para supervisar todas las operaciones de compra?
Imagino que la situación es desesperada para quien tiene que recurrir a la venta, pero el empeño en su doble sentido que veo por todos lados no le veo sentido ninguno. Doble por allí, nada por acá. La magia de las palabras.
Las tiendas de compro oro, y ya también plata y muy pronto lata, se multiplican diariamente. Señal inequívoca de necesidad pero también de carroñeros.
Los pisos que te quita el banco se reparten en lotes de subastas. Buitres que conocen el mercado y la necesidad compran por uno tu desgracia para sacar cuatro de su beneficio.
El oro de los Leverton. Ese sería mi deseo. El dinero que está en manos de quien lo necesita, fenomenal. Pero el dinero que está en manos del usurero, del miserable, del buitre carroñero que se convierta en cáscara de patatas.
Un cuarto por 0´60 céntimos en CASH CONVERTER.