Hoy la actualidad nos lleva al director de un centro concertado que se llevaba a los alumnos al despacho a jugar, como el concurso, a darse guantazos, como los payasos del circo y a gastarse bromitas, como los inocentes. No sé mucho del caso y por eso no entro a juzgar este asunto. Ni juzgar, ni jugar, ni guantazos ni bromitas sobre un asunto mediático donde todo el mundo habla sin saber.
Lo que si es cierto es que la mayor demanda de la educación concertada les da una cierta chulería, cierto despotismo de olotomasolodejas. Hay 45 esperando.
Más allá de este caso que ha saltado esta semana a la prensa, me sorprende ver y oír situaciones antipedagógicas que se siguen repitiendo hoy en nuestras aulas. Y digo nuestras porque no olvidemos que la educación concertada está pagada con dinero de todos. Me asusta escuchar historias del "hermano tal" o la "hermana zutana" que machacan psicológicamente y a veces físicamente a los alumnos. Y en casa calladitos que es un privilegio tener al niño allí.
Me da miedo pensar en congregaciones de hombres, con más de uno tarado y reprimido, con ese poder dominante sobre un grupo de alumnos o de alumnas y con esa licenciaparahacerloquemedalagana. Y tengo muchos casos para contar pero no me gusta referir anécdotas malolientes. A las cinco en el despacho que vas a darle muchos besitos al niño Jesús.
Muchos podrán hablar maravillas de su paso por estos centros pero personalmente me aterroriza pensar en ese grupo de la clase que está acosado por los compañeros o por los profesores. Soy de las minorías. Porque detrás de tanta estupidez concertada hay un clan que defiende este negocio que genera cuotas y mensualidades. Hay un clan con un lema básico: "MEJOR NO MENEALLO". Todo lo que pasa en el centro que se quede en el centro, los trapos sucios se lavan en casa. Si alguien protesta, le damos caña hasta que se vaya.
Muchas personas tienen un concepto erróneo de la educación concertada. Maestros que cierran la puerta por fuera y dejan a los alumnos encerrados porque no pueden con la disciplina. Maestros más preocupados por vender polvorones y llevarse los beneficios a casa que de dar clases. Monjitas que lavan el cerebro a adolescentes de quince años. Perspectivas de rancios y frustrados reprimidos. No todo es igual. No todo es malo. Pero tapan muchas cosas porque han pactado callar. La estupidez concertada.
