domingo, 6 de septiembre de 2009

LAS PALABRAS ENTONCES NO SIRVEN

Soy de los que piensa que el verbo se hizo carne y que con un buen adjetivo y un nombre bien puesto tienes una berza cojonuda. La palabra es genial y muchas veces una palabra bien puesta no la supera ni mil imágenes.
Pero te doy mi palabra que esta semana he cogido el cuchillo de cocina, tengo la costumbre de cocinar escuchando la radio, y he intentado trocear las ondas, la lechuga y el tomate.
- ¡Papá! ¡Vaya forma de cortar la lechuga! Me han recriminado mis hijos. Y es que estaba más pendiente de eliminar las palabras de la vicepresidenta De la Vega que estaban por el aire diciendo aquello, con respecto a los 420 euros, "que no se nos puede acusar de improvisación, es más capacidad de diálogo". No madurar una idea, no valorar los pro y los contra, retirarla en una semana es una improvisación y no me toque las narices. Me imaginaba en casa con invitados sentados a la mesa y yo llegando medio borracho con un jamón.
_ Para hacer la fiesta más agradable, hip, voy a colgar este jamón, hip, y cada uno intenta tirarle un bocao, hip. No es improvisación, hip, es originalidad.
También he escuchado a algún alcalde con unas cifras de paro para dimitir o al menos callarse decir aquello de "las cifras son malas peros hay que valorarlas en un contexto global".
Pero la palma más absoluta se la lleva el Excmo. Sr. Presidente del Congreso, D. José BOno, que preguntado sobre la situación lamentable de una crisis con cuatro millones de parados, incapacidad para salir, pocas ideas y todo lo demás, declara con toda la farragosidad de un castellano vil:
- Hay que ver las cosas con relatividad. Yo acabo de llegar de Etiopía y eso sí que está mal, pisha.
Evidentemente, como le dijo Isaiac Lafuente, quien no se consuela es porque no quiere. Pero como dijo Tip hace muchos años en sus frases de Protagonista, para que la cosa vaya bien hay que echar a Bono

VACACIONES


Nos hemos acostumbrados a simplificar y encasillar todo. Para facilitarnos la vida acudimos a un término cercano, un epíteto que no nos obligue a seguir pensando.
Pensar ¡malo! Trabajar ¡malo! Vacaciones ¡Puta madre! Y sin embargo el número de divorcios aumentan una hartá.
Durante 14 años he pasado meses de vacaciones en un pueblecito y al llegar al tajo me planteaba la situación como si fueran las verdaderas vacaciones. Por tanto tenemos en nuestra mente un elemento imprescindible para sopesarlo todo correctamente. ¿Por qué nos dejamos engañar por la simpleza de lo público? Es fácil olvidar las caravanas, el calor o malos ratos pero, por favor, no nos engañemos a nosotros mismos.