viernes, 22 de agosto de 2008

Cambio de tercio


Los toros no me divierten. Me da igual que te pongas la minifalda. Pero hay que cambiar la coordenadas porque, de lo contrario, me voy a meter el estoque por las posaderas.
Humor y realidad volverán a estas páginas en breve. Pero hay que dar unos muletazos a la vida para que todo no sea de plata y oro.
El par de banderillas se lo quiero dedicar a mis buenos maestros, CANTAUTORES que en el mundo han sido. Pero no para escribir una biografía. Tan solo pequeñas incidencias de como los conocí y las vivencias que provocaron.
Ta tin, ta tin, ta tin. Y quien no quiera escuchá que se quite las orejas, que cortarla es mú desagradable.
Y no digo ná del rabo. Aunque el rabo es diferente. Porque cortar un rabo en Pleamar no es lo mismo que en Bajamar. Sin embargo las orejas son las dos iguales.
En este momento de la corrida salen las vaquillas y se llevan al astado. Otro toro, que este no vale.
¡Qué surrealista el el mundo del toreo!

Humor y Realidad. 6. Retórica.

Muy al hilo del cinismo está la retórica. Una vivencia y una incidencia poca unida al humor y realidad es el lamentable accidente del vuelo de SPANAIR. Sin embargo cuanto cinismo y que de palabrería inútil. El dolor, sentimiento real y muy por encima de todo lo demás, es lo único que queda. Lo demás, palabrería, políticos, gestores y chupaculos se los lleva el viento. Las palabras entonces no sirven, son palabras. Decía Alberti en su impresionante NOCTURNO.
Yo de palabras sepo un montón. Llevo media vida intentando explicar, con palabras, el significado de la otra media. Y ná de ná.
Cuando veo a políticos, artistas y trepas intentando explicar lo inexplicable o justificar lo que te estás imaginando, me acuerdo muchísimo de ese hombre inculto que fue a un médico para que le diagnosticase los motivos de la tristeza de su hija en depresión profunda con treinta años.

El médico, un marisabidillo, lo tuvo claro sin radiografía ni otras luces:
- Su hija presenta un cuadro típico de relación personal y un diagnóstico precoz establece que la carencia de afectos provoca una constante dualidad en su personalidad difícil de compaginar con la vida familiar.
- Eso mismo estaba pensando yo, señor médico. -Contesta el padre de la enferma.- ¿Pero qué podemos hacer?
- Sin duda alguna este problema se podría resolver interfiriendo en la paciente una relación franca y exitosa que provoque una reacción abierta y, en definitiva, lo que puede salvar a su hija: Un coíto
- Ridiela, pero qué bien habla usted. ¿Usted mismo lo realiza?
- Pues no señor. Pero yo tengo un sobrino que puede curar a su hija en treinta minutos.
- Pues no se hable más. Que al pan, pan y al vino, vino. Y aluego nos tomamos usted y yo una jarra pá celebrarlo.
LLega el sobrino, se queda en la sala con la paciente y el doctor y el paletico se quedan fuera de la sala. A los veinte minutos se escuchan jadeos profundos y nuestro hombre le da una fuerte palmada al médico en la espalda:
- Joé doctor. Porque usted y yo sabemos lo que es un coíto, que si no cualquiera diría que están follando.