jueves, 27 de marzo de 2014

UN MES AL AÑO EN SAN JEREBURGO CONVIRTIENDO LOS PANES EN PALCOS Y LOS PECES EN RECES POR FEDER DOCTO JEKI. RESTREGOFF

 Las cosas no iban bien en San Jereburgo pero un mes al año se obraba el milagro de multiplicar los palcos. El milagro que los panes y los peces era en San Jereburgo el de los palcos que florecen. Los palcos se reproducían con facilidad asombrosa y por eso casi un mes antes de la celebración de las celebraciones , aunque un tanto repetida, se obraba el milagro. El milagro no era otro que convertir en plata el espacio de todos. 
Ciudades como Sevillaburgo, Granadaburgo o Murciaburgo preparaban en el momento preciso unas sillas. Pero en San Jereburgo todo era especial. A diecisiete días vistas los preparativos cortaban calles y plazas, aparcamientos, todo por el milagro divino de ver multiplicarse los palcos con creces. Cada palco era un palquito de dos metros cuadrados que se alquilaban por unos rublos y aunque decían frailes y clérigos y devotos penitentes y hermanos mayores en sus predicaciones despreciar el dinero, también las tentaciones, a fin por dinero otorgan  los ayunos, venden estos palcos y ofrecen  oraciones.
 De repente la calle se quedó cortada, los vehículos transitan con dificultad. ¿Pasa algo hoy? ¿Pasará mañana? ¡¡¡NO!!! Dentro de quince días. En quince días pasará una cofradía o dos o cincuenta. Pero hay que ir preparando el camino. El camino es siempre el mismo. 
La imagen, con perdón, es un tanto taurina porque los palcos semejan burladeros y no deja de ser una burla que se acoten calles y plazas durante un mes por mantener la tradición de algunos. Que sea un día, pase. ¿Pero un mes? Hay vecinos que viven en esas zonas que pueden no tener esa tradición, que puedan vivir otra fe. Que necesitan salir a la playa a encontrarse con su Dios porque no les gusta llevarlo a hombros con música de trompetas. Hay que respetar la tradiciones, pero también los distintos credos. Reza la constitución que somos un país laico. 
LA MIRADA AMARGA DE
ESTE MOCO VITA
Al igual que nos venden trocitos de cielo a modo de salvación eterna por el miedo ancestral del hombre a la muerte, ha nacido la venta a plazos de visualización de tradiciones en primera línea.
Si Dios no lo remedia esto se va a convertir en un negocio de devotos y de políticos ansiosos de votos.