domingo, 15 de mayo de 2011

La Alhambra, La Alpujarra y el recuerdo de Carlos Cano


Hacía mucho tiempo que no iba a la Alhambra. Pero, sobre todo, nunca la había visto de noche. Es más preciosa todavía. Es maravillosa si este adjetivo no lo usáramos para todo. Falta, como en las cuevas, un poco de música. Sentado en el mármol y viendo el reflejo de la torre en el agua solo me faltaba Carlos Cano.
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Granada y el agua. Carlos y Granada. Conquista y reconquista y muertes y moros y sangre cristiana. Todo un complejo mundo del que solo podemos obtener una conclusión:
¡cuánto arte hay allí! ¡qué triste tuvo que ser desprenderse de Granada!

De la Alhambra a la Alpujarra.

No estaría de más replantearnos el estilo de vida. En Órgiva me encontré con muchísimos chicos y chicas que tenían otra forma de vivir. Seguramente tampoco será perfecta y presumiblemente con aspectos deficientes. Pero me resulta imprescindible recuperar valores y conceptos perdidos como sosiego, naturalidad, más alma y menos materialismo.
Pueblos como Trevélez o un restaurante para comer como Piedra Ventana donde las cosas son como son. Así, normales. No hace falta ir a buscar lunas. Por los rincones de la Alpujarra resuena este pasodoble que Carlos Cano le dedicó a Gerard Brenan en este espíritu de recuperar la calma que una mal llamada civilización nos roba por momentos.

Está bien conocer a Carlos Cano para que la banda sonora de tu visita a Granada completen tus recuerdos.