miércoles, 15 de julio de 2009

CINCO MINUTOS TERRORÍFICOS EN LA MENTE DE A.B..

Relájate, Antonio. Has trabajado mucho para llegar donde estás ahora y la muerte de un pobre neonato no puede arruinar tu carrera. ¡Dios! También es mala suerte. Primero la madre con la gripe A y toda su carga mediática y ahora el niño.
Pero relájate. Los sindicatos querrán cargarte con el muerto pero tú has sido siempre un hombre que has sabido capear situaciones difíciles.
¡Qué mala suerte, por Dios! Pero Antonio, no debes ocultar nada. Lo mejor es que seas claro y directo. Eso es. Directo porque señalando directamente la situación no te salpicará a tu gestión impecable. Si titubeas te sacarán a la luz el deterioro de la sanidad pública, los últimos casos de escándalo mediático, serás carne de cañón.
Todo esto puede ser terrorífico para tí. Pero debes intentar darle la vuelta a la tortilla. A fin de cuentas el error no ha sido tuyo. Eso es. Un error terrorífico. Y señala con el dedo, Antonio. Es tu culo o el suyo. La vida es así.
Tienes que ser directo. Es una gravísima negligencia que no tiene excusa. Así al menoslo verán como un acto de contrición.
Estrategia, Antonio. Esto es un juego de estrategia.

EL 14 DE JULIO. OTROS NOMBRES.

Le jour du Quatorze Juillet
Je reste dans mon lit douillet.
La musique qui marche au pas,
Cela ne me regarde pas.
Je ne fais pourtant de tort à personne,
En n'écoutant pas le clairon qui sonne.
Mais les brav's gens n'aiment pas que
L'on suive une autre route qu'eux.

EL DÍA 14 DE JULIO es el día de la Fiesta Nacional francesa.
"El día 14 de julio
me quedo en mi cama blandita.
La música que marca el paso
me importa un pepino.
Sin embargo, no hago daño a nadie
sin escuchar el clarín que suena.
Pero a las buenas gentes no les gusta que
se siga otro camino que el de ellos."

Repasando la gramática, la clasificación de los nombres viene en los libros como común y propio, individual o colectivo, contable... Odio estas clasificaciones de los lingüistas.
Pero el término colectivo me suena fatal: me huele a rebaño, a ejército. Y el ejército me apunta a jerarquía despótica.
Mi experiencia es sólo de 45 días en un campamento, San Clemente de Sasebás, porque los trece meses restantes estuve en la imprenta haciéndonos tarjetas, merendando con los de víveres y tomando cervezas con lo de cantina.
En esos 45 días descubrí que la uniformidad nos sienta mal. Que el ser humano puede ser el animal más estúpido cuando tiene la oportunidad de que le obedezcan porque-aquí-mando-yo (y en mi casa no, por ejemplo) y que dentro de un rebaño yo soy la oveja negra. Cuando desfilábamos con todos los brazos subiendo, siempre el mío se quedaba debajo. Pero eso no era o grave. Lo grave era que, cuando todos bajaban, el mío, enfundado en un guante blanco, subía. Y llamaba la atención.
Lo peor fue el día de la jura de bandera. Haciendo el camino el único que llevaba el paso absolutamente cambiado era yo. La gente descojonada. Por fin logré coger el paso pero... no me duró ni un segundo porque con un paso de cabra loca enajenada lo volví a cambiar. La gente se tiraba por los suelos, menos el teniente que quedó por los suelos y que cuando terminó la jura me dijo:
- Quítate de mi vista porque si te mando repetir el CIR seguro que lo haces igual de mal. Cafre, que eres un cafre.
Yo creo que hasta me cogió cariño.
Aunque sigo sosteniendo que Brassens no se puede traducir, esta versión de Paco Ibáñez no está mal.