domingo, 25 de julio de 2010

Ni nueva ni york.(4). La desilusión a metro y con mala leche


Tampoco hay bien que cien años dure. Tú estás tó feliz pero... siempre hay un pero. Bajas al metro y ... aquello si que es el infierno. Sin ventilar, ratas, mala información. Te vas a la ventanilla y un ser absolutamente hermafrodita que se jode a si mismo y no sabes si es mujer u hombre te imita a la Winni del NO NO NO y le preguntes lo que preguntes te dice que no. Allí no se sacan billetes ni tiene cambio ni plano del metro.
Te vas a las maquinitas y esperas una cola de caballo y cuando te toca te dice que no puedes sacar billetes con cambio mayor de 6 dólares. Buscas cambio en sesenta establecimientos y al final tienes los billetes pero que al pasar por validación no validan y uno de tus allegados se queda colgado.
La vida puede ser angustiosa. Además no has tomado ni café porque el STARBUCK tiene un cafe horroroso para mi, que no estoy acostumbrao.
Venga ya. Siempre digo que todo es ponerse pero con que facilidad me descompongo. Palurdo, paleto. Del cielo al subsuelo... en un metro.
Me recuerdo en todo al que fue a comer al chino el día de los enamorados. Chirigota genial del Selu.
.
Me pongo a cantar y me relajo. Cuando canto mi mal espanto.
En todo viaje hay un día perdido y un día desafortunado. Siempre te encuentras a un ser inerte detrás de una ventanilla que parece puesto por los hados para espantarte.
Pero no hay que hacer caso.
El día siguiente volvimos a coger el metro y en la ventanilla un chico cubano me vendió el billete de cuatro y me lo validó gratis para que pasara el quinto.
Así es la vida. Feliz y desdichada. Pero esto es bueno recordarlo en los viajes.
De cualquier forma se me vienen a la cabeza asociaciones musicales y no pudo evitar cantar durante todo el día esta desilusión que parece escrita expresamente para el gran imperio.
Como monedas
tintineó su tema
la desilusión.
Con boca roja
y grandes mamas flojas
la desilusión.
Fumando rubios
y exhalando alcohol,
bordado el dueño de la cama
en la ropa interior.

Qué delirio en interrogación,
qué suicidio en investigación:
brillante exposición de modas
la desilusión.

Abrió un negocio,
reanimando el ocio,
la desilusión.
Como turismo
inventó el abismo
la desilusión.
Tocó el diamante
y lo volvió carbón,
y al atorrante
lo sembró en la administración.

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