viernes, 10 de agosto de 2012

QUE YO NO ME PAREZCO A MI, NI A MI NI A NADIE.

Se me ha pegado al oído, como si la hubiera aprendido en viernes que dice mi madre, la última canción del Sanz. Algo así de no me compares compadre.
Yendo un poco más allá del terreno de los amantes, la complejidad de las relaciones personales nos lleva en muchos casos  a simplificar de manera impecable a todo bicho viviente. De un primer vistazo colocamos una etiqueta y ya nos relajamos porque "sabemos como es". No hay nada que más nos preocupe que alguien nos diga lo contrario sobre lo que nosotros pensamos de una persona. En la sociedad del siglo XXI tendemos a uniformar a la persona. Nuestra cultura global e "igualitaria" tiene ese objetivo. Valorar la INDIVIDUALIDAD de la persona es algo que no nos podemos permitir.
"¿Cómo es fulanito? Ese te lo defino yo en dos palabras; tonto y engreído" O "es una chica muy responsable"
Y sin embargo ya nos decían los sabios que cada persona es un mundo. Tenemos mil formas de actuar según nos coja el día, la persona que nos pide algo, por donde sople el levante o lo harto que estemos de las veces que nos lo han pedido. Es curioso cuando dos mentes sencillitas sencillitas se ponen a hablar sobre alguien y esperan coincidir.
He estado estos días trabajando la poesía de José Agustín Goytisolo en casi todos los temas hay un denominador común del rechazo que al poeta le producen estas situaciones, del rechazo de una sociedad que te clasifica por lo que vales materialmente, del rechazo a los estereotipos continuos de "tú eres bueno porque eres lobito, tú eres mala porque eres una bruja" Pobre del que lleve un parche en el ojo porque como pirata será tratado. Y, por contra, cuántos ladrones de guante blanco se han hecho de oro en una sociedad donde la apariencia está por encima de todo. Recuerdo una vez que terminé mi clase de educación física y antes de que cerrara el Santander fui a pedir un préstamo ¡¡en chándal!! El estúpido aquel ni me atendió dos minutos.
Pero nadie, nunca nadie me dijo QUIÉN-SOY-YO, recita como nadie José Antonio Labordeta el poema de Miguel RETROSPECTIVO EXISTENTE. 
- ¿Qué quién soy yo? UN CHUFLA, joé, no lo estás viendo.
- Vamos, que lo que he escrito no sirve para nada.
- Ahí tienes razón. Como tú mismo.

No hay comentarios: