Algunos años después tal vez sea ese el problema de Internet: mucha gente pero poco conocida. No se trata tampoco de presentarnos como dictan las normas de cortesía porque la cortesía es diferente en cada lugar y estas normas las dictan desde un espacio sideral continuamente desfasado. Son los encuentros en la sexta fase y toda la agria polémica de las retransmisiones deportivas.
No. A lo que me refiero son a las pinceladas que nos definen. El brochazo más gordo me lo dió Brassens y ésto define bastante. Pero caben en mi alma desde Carlos Cano a LLuis Llach y Vargas Llosa. El sonido bilabial fricativo sordo nace en algún poema al que puso música Paco Ibáñez. Y el carnaval de Cádiz destila por mis venas de manera intravenosa con aditivos y conservantes, como debe de ser. Diga usted que sí.
Conocernos para respetarnos es una frase que amoldé y que tiene un significado extraordinario en la resolución de conflictos que se plantean. Nada sería como es si tuviéramos el afán de conocernos y la gentileza de respetarnos. La estupidez de la soberbia y la desgracia de la miseria no tendrián tan amplio hueco en este mundo tan ¿hueco? ¡caramba, que coincidencia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario