Cuando contemplo el cielo de innumerables luces adornados y no miro al suelo... termino tropezando y cayendo de bruces. Esta madrugada no podía dormir y me invadió la imaginación y la literatura, pero enseguida brotó en mi ese espíritu sobrehumano que aprendí en Dijon, donde fui alumna becada por mis notas excelentes, y le dije "sal de mi, insano"
Eso me paso en Dijon con aquel chico soez aunque fuerte, simpático, atractivo, musculoso y... eso ya es agua pasada. Igual que esta noche, me puse a contemplar el techo que con el agua caída también tenía resto de humedad. Y yo, como el techo, también tenía resto de humedad. Siempre me ocurre como a los suecos. No seas mala, no por hacerme la sorda. Los suecos la liaron el día que cambiaron el sentido de la dirección. Los humanos somos simples. Aprendemos algo y ya nada nos apea del burro. Yo no. Yo siempre manejo por el otro lado, sea cual sea. Así siempre me equivoco. Porque equivocarse es notorio y yo quise terminar notaria pero la desigualdad de género y número pudo conmigo. De género porque se presentaron más hombres que mujeres y de número porque yo solo llevaba estudiado un tema. El alcohol, lo prohibido, bañadores recortados o heroinas por necesidad que no sé muy bien si deben llamarse heroinas o necesitás. Fotos históricas, fotos que tenía guardadas y que ahora me sirven para montar este hermoso documental gráfico aunque no sé si ya la monté alguna vez. La monto muy a menudo porque el menudo me remonta un poco, especialmente si lo riego con agua de la Ribera del Duero.
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