- No lo sé, desconozco su significado.
Del humor y realidad, a chaque jour une chanson:
El del medio de los Chichos se me ha aparecío en sueños, de Estopa. A mí me ha pasado lo mismo, el del medio del 82 y el 84 se me ha aparecido en sueños y me ha dicho:
- ¡ERES UN CABRÓN! ¡Me tienes olvidado! Todo lo importante se lo llevan los años pares. En el 82 el mundial y terminaste la carrera. En el 84 Eurocopa y Olimpiadas y sacaste las oposiciones. Y en el 83 nada. ¡Pues que sepas que fui un año muy importante en tu vida y ahora que se cumplen 30 años no me has dedicado ni una página!
Y yo, que en el fondo soy un buenazo, le he hecho caso. He dejado de lado la Memoria del 82 porque es tan real que hasta miedo me da que en el magisterio seamos tan arcaicos, y me he ido a recordar aquel 83.
Yo era un muchacho tranquilo, que cantaba el Silvio en cierta historia de amor, había viajado algún verano por Barcelona pero estaba más verde que toda la Guardia Civil. Verde sí, pero maduro. Era un ácrata de altos ideales. Mi vida estaba rodeada de libros y canciones. Las mujeres me interesaban poco, los hombres también. Me fastidiaba bastante la incapacidad de los hombres que pensaban con la cabeza del miembro que vive en la entrepierna. Muchas sirenas me lanzaban cantos pero yo solo escuchaba a Brassens por aquel entonces.
Nunca he recordado este año porque no me gustan las batallitas. El abuelo Cebolleta no era mi cómic preferido. Será que me hago viejo, que canta el Carlos en Poco a poco, lo cierto es que hoy me acuerdo de aquel año. El CIR fue en San Clemente de Sasebas, Girona, con más frío que vergüenza, y allí aprendí a como no tirar una granada y a como no limpiar un fusil e inventé un desfile militar con pasos amorfos y descoordinados que todavía se recuerdan y en algín psiquiátrico estará el teniente sevillano al que le jodí la vida. Recuerdo esos primeros días de enero que llegas con cara de perdido y cual no sería mi aspecto que en la cantina me dijeron:
- Ojú chavá, no te quea a ti mili.




Terminó el año 83 y a finales de febrero del 84 terminé la mili. Pasé por Andorra, compré tabaco, que por cierto era muy malo, y volví a casa. Quiero volver a casa, quiero estar junto a ti. cantaba la Trampa. Yo no quería volver ni quería estar junto a nadie. Quería vivir, volar. Un amigo me dijo que Canarias era una experiencia buena y no me lo pensé dos veces.
- ¡¡¡EH!!! Ese ya no es el 83, no te pases. Que ibas muy bien.
Me alegré enormemente, valga la contradicción, no sacar aquel acceso directo que te idiotizaba cerquita de casa. Tenía muy buena nota pero un suspenso en primero. ¡¡¡BIEN!!! No me lo dieron. Y volé y viví. Y en el 85 conocí a una preciosa chiquita...
Pero ese es otro año.
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