sábado, 29 de septiembre de 2012

LA METARMOFOSIS DEL SIGLO XXI

Si esta es la evolución que venga Darwin y lo vea. Mi marido se había ido convirtiendo poco a poco en un esclavo del móvil. Íbamos a pasear y se pasaba el rato mandando mensajitos. Nos sentábamos a tomar algo y no podía estar sin mirar los resultados de los partidos y los guasas de los amigos, dicho sea en toda la pluralidad del término.
Con los antiguos móviles ya estaba bastante harta. Me controlaba hasta cuando iba a hacer pipi. Pero al menos tenía la libertad de cogerlo o no o de ponerlo en silencio. Estos nuevos androids parecen de la piel del diablo. Imagino que me vigilan.
Por culpa del móvil y de la rutina diaria nos hemos ido separando bastante y sé que tiene una aventura con una que ha conocido, no podía ser de otra forma, telemáticamente.
Pero yo no me he alterado. Mi marido y su móvil eran ya una simbiosis absoluta. Mañana, cuando esa lagarta me robe a mi marido escribiré su número de IMEI y lo destruiré. De esa forma acabaré con los dos.

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