Con los antiguos móviles ya estaba bastante harta. Me controlaba hasta cuando iba a hacer pipi. Pero al menos tenía la libertad de cogerlo o no o de ponerlo en silencio. Estos nuevos androids parecen de la piel del diablo. Imagino que me vigilan.Por culpa del móvil y de la rutina diaria nos hemos ido separando bastante y sé que tiene una aventura con una que ha conocido, no podía ser de otra forma, telemáticamente.
Pero yo no me he alterado. Mi marido y su móvil eran ya una simbiosis absoluta. Mañana, cuando esa lagarta me robe a mi marido escribiré su número de IMEI y lo destruiré. De esa forma acabaré con los dos.


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