domingo, 12 de febrero de 2012

EL ENTENDÍO: CRÓNICA DE ENSAYO Y ERRÓ SOBRE LAS RELIGIONES Y LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS

Con los tres grados bajo cero que había hoy en la iglesia no se podía permitir el cura un sermón de 20 minutos como a él le gusta, que mira que le gusta escucharse, porque nos quedamos tós pajaritos.
En dos minutos ha dicho que tenemos que tener fe porque Dios escribe en renglones torcidos.
Y se ve que la frase le ha gustao al Casiano que luego en el bar nos ha estao dando la tabarra:
- Pó si señor. Renglones torcidos. Se ve que Dios era zurdo contrariao y no aprendió a escribir bien. El maestro le daría unos buenos lapos como a mi y así no se puede aprendé lengua española.
- Pero que bruto que eres, Casiano. Dios aprendería en griego o en arameo, dice el Jesús pa provocale.
El Jesús es un cachondo que cuando se bebe tres copas nos reconoce abiertamente que él es ateo. Dice que una vez fue al médico con unas pruebas y que el agnóstico precoz del médico le marcó para siempre.
- A mi las religiones me parecen como los cupones de la once. ¿Y si el día del sorteo no te toca? Porque hay más religiones. A lo mejó estamos apostando por un Dios que no es, y tienen razón los musurmanes. 
Y ya pá ponernos en duda total empieza a decí lo que él sabe de otras culturas:
- Los romanos tenían muchos dioses. Te imaginas que fuera verdad y ahora estuvieran enfadaos con nosotros. Los únicos que se lo han montao bien han sido los curas y las monjitas que a los pies de la cama de mi tío con ochenta y cuatro años le decían:
- Vamos, déjanos las tierras y la casa y nosotros te aseguramos un trocito de cielo. Amos, eso si que es especulación inmobiliaria.
A lo mejón es que somos tós tontos del culo y nos han comío el coco desde pequeñito.
Cuando llegamos a este punto el Casiano se subleva, se levanta como puede y levanta la mano con energía:
- Mira Jesús, tengo 70 años y ahora no me voy a poner a dudar porque tú vengas aquí de pregonero del diablo. ¿Si ya no creo en lo que creo en qué cojones quieres que creas?
Y yo me rasco la cabeza y me digo pá mi mismo ¡cuánto tiempo perdío en discusiones que no llevan a ná!

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