viernes, 25 de marzo de 2011

EL QUE TUVO, RETUVO PERO NO SIEMPRE OBTUVO.

ESTUVO AYER UN SERVIDOR, jeje, en uno de esos cursos de formación que deforman por naturaleza. Estás tan asqueado de tanta teórica sobre la educación que ardes en deseo de quemar tantos papeles y tanta burocratización.
Porque lo que la educación necesita es IMAGINACIÓN. Es romper con la rutina. Ofrecer cosas nuevas que atraigan al que va a aprender. Educar es como un arte de pesca y ofreces un buen anzuelo o no tienes ná que hacer.
Precisamente el curso de ayer trataba sobre actividades, creo. Había que analizar alguna actividad de clase y ver en que fallaba, supongo.
El tono de la exposición era tan discordante, abstracto y absurdo que mi mente voló por los recuerdos. Me fui a una clase de la calle Francos donde estaba la escuela de Cirarda y Lola, profesora de francés, que nos planteaba hacer una actividad para alumnos capaz de atraparles. Recuerdo que cuando iba a exponer me lleve una gorra, estoy hablando de 30 años, y en francés les explicaba que yo era dos. Cuando me pusiera la gorra sería un juez, si me quitaba la gorra era el acusado. No me acuerdo como salió la clase pero nos reimos un rato.
La rutina no ayuda en educación. Esa voz siempre gritando SILENCIO que cantaba la Lole era odiada por todos. Esas mil veces mil un millón que escribió Machado era monotonía de lluvia tras los cristales.
Me alegro de tener la suficente empatía para sentirme niño todavía y pensar que no lo podemos aburrir. Solo aprendemos si tenemos interés y el interés hay que despertarlo, pero jamás se despierta a gritos.
El que tuvo, retuvo.
Pero, chaval, desde un punto de vista auticrítico, no siempre obtuvo. La revolución es necesaria pero el exceso de revoluciones te puede ahogar el carro, mano. Cuando la motivación se hace rutina caemos en otro error igual de grave que se llama desequilibrio. No sé si emocional.
Me emociona por la capacidad de tener, retener y obtener el trabajo de LA MUJER dentro de la educación. Su sentido común, seriedad, exactitud me deja maravillado. Tengo muy cerca a una brujilla encantadora que se sabe todos los cuentos y trabaja tan bien tan bien que nunca le llegaré ni a la suela del zapato. Y mira que le tengo cerca y me pego mucho a ella para ver si se me pega algo. Pero ni por esas. Tiene que ser algo innato.
Compañeras, os envidio.

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