domingo, 30 de enero de 2011

DE LA GUERRA A LA PAZ EN UN SEGUNDO

Bajo la impresión de que la Paz es contagiosa, me refiero a la Paz como estado de ánimo, hemos trabajado una experiencia nueva.
Hemos hecho un texto entre todos y durante una semana he propuesto a un grupo de muchachos /as que intenten hacer las cosas por derecho, sin buscar bronca. La conclusión ha sido curiosa porque el aburrimiento es la palabra más repetida. El mundo feliz se ve que sería aburrido. Y las causas de discusión han sido, generalmente, motivadas por el ordenador.

DE LA GUERRA A LA PAZ EN UN SEGUNDO GRACIAS A UN NIÑO O NIÑA COMO TÚ.

Érase una vez un mundo en guerra. Todos los países estaban en guerra. Todas las ciudades luchaban entre ellas y hasta dentro de los ejércitos los soldados se peleaban para coger el trozo de jamón más grande. En definitiva, todo el mundo se llevaba mal.
En los bloques de vecino nadie hablaba con nadie, solo se discutía y se peleaba. Que si me has tendido la ropa mojada, que si en tu casa hay mucho ruido, que si, que no. Y muchas amenzas como te voy a meter una rodaja de mortadela por el oído que te vas a enterar.
Tanta violencia llegaba a los colegios donde los niños jugaban a hacer el mal. Se pegaban por todo, se metían unos con otros, se ponían motes y se reían de los compañeros. También trataban muy mal a los que tenían otra piel o pensaban de otra forma.
Un día un niño decidió no hacer mal a nadie, jamás se pelearía con nadie. Iba a arreglar los problemas dialogando y convenciendo a los demás que la violencia y los malos modos no servían para nada. En su cole intentó convencer a los niños y a las niñas que si jugaban todos juntos lo iban a pasar mejor. Lo probaron y tanto les gustó que empezaron a hacerlo en las demás clases.
En su bloque saludaba a los vecinos con un alegre “BUENOS DÍAS” y poco a poco todos se fueron contagiando de su buen humor. Cuando había un problema lo arreglaban con un “por favor” y con palabras agradables como “sería usted tan amable” Y el bloque fue un remanso de paz. Hasta el que amenazaba con la mortadela descubrió lo rica que está la mortadela en un bocata y ya nunca volvió a amenazar.

La forma de ser de este niño se fue extendiendo por su ciudad, por su provincia y por su país. Pasaron solo unos meses y el mundo entero tenía una gran paz. Los pueblos ricos ayudaban a los necesitados y todos estaban muy felices.

En la guerra, en la paz, en la vida, la energía es individual.

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