La chirigota de Cadíz tiene un arte inigualable. Y si es ilegal, más todavía. Como encajan perfectamente con mi sentido del humor y la forma de entender la vida, desde los años 90 soy muy aficionado, tremendo seguidor y tonto del transistor.
En el año 2000, cuando ya pude darme una vueltecita por Cádiz con mi hijo pequeño no tan pequeño (6 años) descubrí el grupo del José Manuel Gómez y Emilio Rosado. Dos auténticos genios como todos los componentes que tienen además la virtud de la humildad. Seis ratas por habitantes, Los hijos secretos de Lola Flores, Los Fantasmas, Los que fuman en el balcón, Los astronautas españoles. Maravillas y más maravillas.
Fue verlos en una calle de Cádiz y recibir mucho arte por todos los sentidos. Y lo mejón, lo mejón, es que han hecho muchas cosas buenas con el grupo del Love y el Cabra. Y siempre en su anonimato y letra la agrupación.
La calle es su escenario. Sólo han ido al Falla con los ASTRONAUTAS ESPAÑOLES. La presentación, con música de Lou Reed es una obra maestra. Y este pasodoble, también.
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