domingo, 2 de noviembre de 2008

BURBUJA REAL


Llevo más de tres días sin querer entrar en el libro de la reina porque de verdad que la familia real no tiene que llevarse muchos renglones.
Sin embargo el hecho de que le quiten la posibilidad de opinar me desconsuela. Creo que expresarse libremente es un derecho fundamental que no se puede quitar a nadie.
Y pensando pensando pensé en la falta de alegría que noto siempre en los rostros de esas personas. Lujo y derroche al más alto nivel. Envidias e hipocresías al más alto nivel.

Un claro ejemplo de todo esto era esta amable señorita de cara risueña, de mirada alegre que desde mi punto de vista viene a demostrar lo que decía mi abuela: cada uno tiene su ventana y algunos hasta un balcón. Parece que subir a lo más alto, al sueño de cualquiera de convertirse en princesa te dará, flash, la felicidad para siempre. Y aquí vemos que no, que le podríamos cantar lo de Pablo Milanés "No te pido que te cuides esa delgadez extrema, sólo pido que me mires con esa mirada buena" Perdió la alegría en los ojos, tiene la presión de un mundo encorsetado. Ha llegado a un mundo de burbujas a explicar cosas razonables pero los habitantes y demás infantas no han recibido el mensaje de forma cordial.

El problema real es que estamos vulnerando el primer artículo de la constitución: ese que habla de que todos somos iguales ante la ley. Evidentemente así no lo somos. A partir de esa base irreal nada es real, ni la familia. No lo entiendo, he escuchado en estos días más de cuarenta voces a favor o en contra de que la reina opine. Por supuesto que debe opinar.
Tal vez el debate debe ser otro. Por ejemplo: ¿Qué sentido tiene una institución anacrónica que después debe enfrentarse a la cruda realidad?

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