jueves, 9 de octubre de 2008

Recetas de mi madre.

Hacer la comida por la mañana con prisas y sin ganas resulta un guiso bastante desaliñado semejante al cocido que resulta de horas noctámbulas con todo el cansancio del día acumulado en las patas de los ojos-también-conocido-como-patas-de-gallos o al precocinado que tenemos en la nevera dispuesto a servirnos en caso de urgencia y que termina siendo urgencia diaria.
La vida actual nos ha llevado o nos lleva y nos trae, porque a veces se recupera, a una pérdida insufrible de olores y sabores. A una pérdida de la esencia misma de la vida.
La prueba de esta aseveración está en las enfermedades que aparecen, en el ritmo de vida, en la educación de los hijos y su apego a seres inertes (televisión, videoconsolas) a la busqueda de valores insulsos como la fama y dinero rápido.
Pero lejos de hacer de todo esto una tragedia griega, debemos de afrontarlo por delante para que no nos dé por detrás. Será por eso lo de la tragedia griega.
He pedido a mi madre que me vaya haciendo un recetario de platos sencillos pero inolvidables de esos que te hacen exclamar ¡olé con olé! y luego te hacen pensar "¿no estaremos dando pasos pá tras?

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