miércoles, 19 de septiembre de 2007

¡¡¡Menuda Jornada!!!

Una canción de los años setenta tarareaba con mucha gracia "En veinte minutos me lavo la cara, me tomo el café, con torta y sin ganas. ¡Ay, que bella jornada!"
En esos años algunos íbamos al cole mañana y tarde en lo que hoy se conoce como jornada partida. Oye, tenía sus ventajitas: el rollo habitual del maestro nos lo partían en dos.
Andalucía fue pionera de la jornada única y la medida fue acogida por las familias muy bien. Clases de 9 a 2 y toda la tarde para que mi niño, mi niña, pudiera hacer otras actividades. Claro que, como en todo, hubo grados. Hubo quien convirtió al muchacho/a en un ente multiactividad que incansable recorría guitarra, inglés, baloncesto y esgrima ¿o separado? Es/grima porque muchas veces daba lástima ver a un chiquitín de 9 años con más agenda que un primer ministro. Pero también hubo quien considerando la casa como el castillo más inexpugnable para-estos-tiempos-con-gente-tan-mala encerró a su pequeño en un bunker con televisión, dvd y video consolas y así pasaban las tardes y los fines de semana. Evidentemente la descoordinación y el sobrepeso llamó a la puerta, o la barriga, de estos felices seres demostrando que la tranquilidad no da la felicidad. Y que jugar en la calle era buenísimo.
Afortunadamente se están desarrollando programas como el Plan de Apertura y el Deporte en la Escuela que están equilibrando ese péndulo loco que recorre en estado febril los extremos de nuestras vidas.
Es importante, sin embargo, hacer una llamada de atención a tanta familia que por diferentes motivos recurren al aula matinal más colegio más comedor más actividades extraescolares más más más. Y no llegamos a la multiplicación xque no hay camas en los colegios, de momento. Estás apareciendo transtornos de carácter afectivo aún no cuantificable fruto del árbol del trabajo y el estrés. Antes de gastar en psicólogo lo que no ganamos en horas extras sería un buen momento para hacernos una pregunta:
¿Vale la pena?
Y también desde el colegio tenemos que marcar muy claramente el sentido de nuestro trabajo. Debemos ser profesionales de la educación y no gestores de las mil cosas. Si alguna vez las ramas no nos dejan ver el bosque tendremos que recurrir al refranero que tan sabio es y escribir cien veces en la pizarra "El que mucho abarca, Dios le ayuda". ¡Ay, me parece que me he equivocado otra vez!
Y es que las teorías pueden ser verdad pero pueden no serla. Es preferible ir a la práctica . Por eso practica deporte que ya no escribo más. Gracias.

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