viernes, 28 de septiembre de 2007

HIGUARDA DE CONDISIONE

La educación concertada está de enhorabuena en muchas ciudades porque la demanda que tiene es superior a la oferta. Y no hay forma de ser selectivo con las legislación actual. Pero ellos lo son.
Sacar fuerzas de flaqueza siempre es elogiable. Hay muchas personas que piensan que con clases anticuadas, personal nombrado a dedo, escasez de medios técnicos, etc, es difícil llegar lejos. Pero comienza la matrícula y voilá! Dos cuerpos de ventaja
¿A qué se debe entonces una realidad tan inverosímil? ¿Dónde esta la magia?
Pues no hay magia. Hay un conjuro y un pacto de silencio. El conjuro es como el producto, interior y bruto. La selección se hace en entrevistas personales donde se marca con una x la "casilla" correspondiente (NO RECOMENDABLE) o en comentarios avispados de insectos con malas larvas "¿Usted sabe qué aquí tendrá que pagar 180 euros al mes para las actividades?"
El pacto de silencio es el písala, písala, que no le vea el tío ese. Contaba Eugenio este chiste de un aprendíz de peluquería que afeitando a un cliente, cada vez que le cortaba un poco, el dueño le tiraba algo que siempre daba al cliente. Nervioso como estaba el pobre aprendíz le dió un corte que le cortó la oreja.
Más preocupado por la ira del jefe, le dijo al chico: Písala, que no la vea el tío ese. Situación similar de realidad difuminada me encuentro en estos centros donde todo aparece siempre fenomenal. En ocasiones tres clases han sido atendidas por una persona. En ocasiones la disciplina, vejaciones y humillaciones al alumnado es grave. Pero no pasa nada. Aquí nunca pasa nada.
¿Somos imbéciles? Ponga una x en la casilla correspondiente.
El clima de "seguridad" parecido al climax de las casitas del barrio alto que cantaba Victor Jara se extiende en la comunidad cristiana y no se concibe otra educación que no sea la apostólica.
Pero luego que no sean ellos los que vengan a hablarme de igualdad de condiciones.

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