lunes, 20 de octubre de 2014

UN VIAJE POR MÁLAGA, TEBA Y ARDALES: DEL PASADO AL PRESENTE CORRIENDO CUAL POLLO SIN CABEZA

 Con intención de dar una vuelta por Málaga salí de casa. Pero me dije lo que el lobo a Caperucita:
- No cojas por ese camino, que es más largo. Todo el mundo va a Málaga por la costa y hete aqui que hay una carretera cargada de historia, de vida, de costumbres olvidadas. 
Ya canta Fito aquello de que lo importante es el camino, y 400 veces lo habré dicho pero siempre con razón. En poco más de una hora me encontré con un pueblo que era la suma de muchas culturas, con un museo pequeñito pero encantador. Con piezas únicas de fenicios, romanos, árabes. Una gozada. Entrar en Teba y masticar tranquilidad, sosiego y buena vida fue todo uno. Y a lo mejor estoy equivocado. La perspectiva desde fuera es la de un pueblo tranquilo más o menos bien cuidado y de gente tranquila. Entramos en el museo y nos contaron que Teba está hermanado con Escocia porque en una batalla murió un caballero escocés. Todo muy curioso. Y por mi cabeza corrió el primer pensamiento sobre identidad e independencia, sobre patria y esas cosas. ¿Quiénes somos en realidad? Fenicios, romanos, árabes. Somos la suma de muchas identidades. No debemos sacarle punta a la historia para escribir el origen que nos interesa, ni Mas ni menos.
De Teba a Ardales. Se hacía la hora de comer y la suerte estaba de cara porque en Ardales era la fiesta de la tapa. Entramos en un bar muy propio, se llama El Cruce, y me pusieron con la cerveza una carrillada pero bien guisada. Animado por tan buenas manos pedí unas migas y juro, Sancho, que en mi vida las comí mejores. Muy bien hechas pero sobre todo con huevo, pimiento y chorizo. Y entonces el pollo sin cabeza que viajaba conmigo, ese pollo sin cabeza de pensamiento ilustre me llevó al segundo raciocinio del día: nos están vendiendo la moto últimamente de comer algas, de meter nitrógeno en la cocina para unos platos con muchas estrellas y cada vez nos alejamos más de lo natural, de productos sabrosos y que forman parte de una cultura ancestral. La vida es el pueblo es sencilla pero lo que estoy viendo en las grandes ciudades creo que está dejando de ser vida.
Málaga es una ciudad con encanto pero la multitud  hace que se difumine. Estuve en el museo Picasso y en la Alcazaba. Pero mucha gente por todas partes. Qué mareo mi alma.
La multitud es como una ola gigante que te arrastra. La calle Marqués de Lario le debe su nombre a una famosa ginebra que se hace para embriagarte por Málaga. Vas como metido en una botella de gin.
Es mentira pero me llevó al tercer pensamiento del día: en las grandes ciudades es donde el tiempo más ha corrido pero es donde la miseria se ha quedado más estancada. Te ves a muchos buscavidas pidiendo, robando, asaltando o jugandosela cual pícaros del siglo XVII.
Así que al día siguiente no me lo pensé dos veces y fui buscando la naturaleza por la zona de los pantanos y el desfiladero de Los Gaitanes. Comí junto a dos gatos que me acompañaban ese día y una gatita morena que me acompaña ahora hace por estas fechas 29 años. Gracias gatita. La gata y tú.
Tú y yo.
Yo y los gatos.
¿Todo en equilibrio? Pues volvamos que mañana hay que trabajá. Marramamiau, miau, miau.







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