Nuestro hotel estaba en el barrio de Montmarte, junto al Folie Bergere.
Por las enormes avenidas llegábamos a Opera y nos metíamos por el boulevard de los italianos, de los capuchinos, por Tullerías, el Louvre, la Magdalena, La Fayette. Que te voy a contar si la emoción no me deja seguir. La majestuosidad del Sena, los puentes, los palacios, los ambientes. Mejoró el tiempo y le Sacré Coeur estaba cerca. Lo recorrí con auténtica pasión. En la oficina de información pregunté por el cabaret Patachou y una chica muy amable me informó que aunque ya no existía como tal podría encontrar la casa en el número 13 y que actualmente era una galería de arte. Un gato negro y mágico me recordó al entrar al espíritu de Brassens que salía a saludarme disfrazado de felino.
Se hacía tarde y la maleta estaba por preparar. Lo malo, o lo bueno, es que un festival folk nos esperaba en un teatro pequeñito junto al FOLIE BERGERE. En la puerta grabé unas coplas de un grupo de Ceniciento, con muchas ganas de fiesta.
Terminaron y salieron a escena un grupo de jóvenes italianos vestidos con traje de pana ellos y traje antiguo ellos e hicieron una danza muy rápida y difícil porque iban agarrados y parecía vertiginosa. Genial.
Un grupo de Euzcadi, también con personal muy joven, nos deleitaron con músicas y bailes propios del país vasco. Precioso.
Por la mañana había hecho muchas fotos en el Olympia y me acordé de Paco Ibáñez, Lluis Llach, Ovidi o Pablo Guerrero y sus conciertos allí. Mucha pena me dio pensar que al día siguiente dejaría París.Au revoir, Paris. Je t´aime tant!
Y este es el vídeo de estos 10 días, de 10.
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