Ya lo habéis oído, amigos. Se acabó la recesión. España ha crecido en el tercer trimestre el 0,1%. La dicha nos acompaña. Somos felices nuevamente. Podemos ir a celebrarlo.
Hace algún tiempo ya que Concha Caballero esperaba este momento y escribió EL DÍA QUE ACABÓ LA CRISIS.
Si no lo has leído te pediría que me pusieras los cuernos con Concha y pincharas en el enlace. Seguro que saldrías ganando. Y si lo has leído te recomendaría que te fueras a la cama porque esta noche estoy lúgubre. Siento esta noche heridas de muerte, las palabras.
Esta noche no estoy con los que presumen de que obraron el milagro. Ni Montoro ni De Guindos. Esta noche me acuerdo de los que llevando muchos años trabajando perdieron quince días de asuntos propios. O de aquellos que ven en riesgo sus pensiones. O aquellos otros que vieron rebajados su sueldo en cuatrocientos euros. O aquel que tenía tres compañeros de oficina y ahora lo lleva todo él.
También me quiero acordar de aquella chica que tuvo que volver a casa de sus padres y separarse de su marido porque el sueldo no llegaba para pagar la hipoteca y tuvieron que malvender. De ese señor que pidió un préstamo grande porque el negocio iba muy bien hasta que dejó de ir.
Me acuerdo de todos los que duermen en la calle. Veo muchos últimamente. Algunos con una maletilla y un libro. Sufrieron el revés del destino y eso que en 2009 muchos llamaron crisis.
¿Se acabó? ¿Todos los jóvenes condenados a labrarse su destino en Inglaterra, Estados Unidos, Australia o más allá pueden volver a su país? ¿Se acabó?
Han jugado con nosotros. De la noche a la mañana dijeron que todo iba muy mal y que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades. Odio esta expresión. Yo nunca he vivido por encima de nada. Y sin embargo me han quitado bastante y cada mañana, además de bostezar, entono un siguana por aquello de aquí estoy, gracias por maltratarme. Los hay peores que yo.
Pero esta noche no culpo a nadie. Estáis libres, vividores y corruptos. El capitalismo feroz que nos maltrata tiene una media puesta. Ya verás tú cuando se la ponga entera.
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