viernes, 6 de septiembre de 2013

DOS MESES EN LA VIDA DE MICHEL RESTREGO POR FEDOR DOCTOR JEKILL RESTREGOFF

Los tiempos no siempre fueron fáciles en la vieja ciudad moscovita que habitaba Michel Restregó. En el verano tórrido de 1913, Michel Restregó obtuvo una pequeña propiedad en malas condiciones que tuvo que reparar con mil esfuerzos y sudores. Pero el esfuerzo es la medicina fundamental de los trabajadores que no rehuyen de sus obligaciones. La base obrera tiene un sólido fundamento en el sudor compartido del camarada que mira al futuro con la claridad meridiana de una noche cerrada de luna en cuarto menguante. 
Un 4 de julio, en las antípodas de la gran fiesta del día americano con barbacoa y perrito de alto engorde, Michel Restregó recogió las llaves de una vivienda en las alturas. Un tercer piso sin ascensor. Primero hubo que desalojarlo por aquello de parientes y trastos viejos, pocos y lejos. Durante una semana vació el piso y su propio cuerpo sufrió una simbiosis similar, su mente quedó vacía. Él no lo apreció en parte porque era su estado habitual.
 Camaradas de todo el reino de la estepa rusa y la propia estepa sevillana acudieron al llamado del trabajo. Pero enseguida se quedaron seco tal vez por los polvorones de la ciudad sevillana impropios de esta época del año. Las dificultades se incrementaron, el calor, los tres pisos, los viejos materiales, los escombros, los nuevos materiales. Michel Restregó luchó contra los elementos. Trajo las mejores ventanas de Ucrania, que frío en Ucrania. Preparó los mejores materiales de San PedrodeBurgo, una morcilla y un poco de queso blanco. Adquirió ladrillos de la fábrica rusa ARCILLESCUS RESBALOSHAS. Y los mejores materiales de Saloni y cocini y cuarti de bañi. Fue así como un gran día todo lo viejo de la casa desapareció por ensalmo. Ensalmo: "cuando bajes escombros mucho el culo aprieta si no quieres tener agujetas" Pero aunque chupes caramelos se te pondrá duro el gemelo. El gemelo y nada más. Michel Restregó fue incapaz durante una semana de articular palabra ni miembro viril alguno. 
Retirados los viejos materiales (7000 kilos) se subieron 3500 kilos de arena y ventanas de cristal veneciano con clima lit o cama en francés. Oh la lá, exclamaba a cada escalón la hermosa noble consorte de Michel Restregó, camarada de fatigas inseparable y menuda fatiga pasaron con las putas ventanas.
Las paredes eran estrechas, hubo que hacer doble muro y doblar el presupuesto por supuesto. No había cámara de aire, hubo que hacerse. A cargo del presupuesto, por supuesto. Michel Restregó ya no tenía liquidez, por supuesto. Su puesto era de funcionario y estos estaban muy mal pagados antiguamente. Este adverbio sobra, antiguamente y siempre. No cambia el modo por el tiempo en cuanto a adverbio se refiere.
Las dificultades se incrementaban. Los recursos económicos disminuían. Volvieron a surgir escombros, la escayola es blanca pero sucia. Y llegó el momento de pintar. Pero Michel Restregó estaba superado por las adversas circunstancias y no pintaba nada.
- ¿Cómo que no pintas, camarada?
Fue la dulce voz de la camarada la que iluminó a Michel Restregó y brocha en ristre pintó y repintó un bonito final para tan hermosa historia. Para amueblar la morada también se la vieron negra. Pero con paciencia y con fatiga se la metió... la lana por el ojal de la hormiga con un elefante de por medio. 
Luengos barbas crecieron por las mejillas de nuestro camarada que comprobó que el trabajo es salud. Cuarenta mil escalones o cien escalones 400 veces fueron como los golpes de Trufó, que dicen los franceses pero en fino. Como todo lo que dicen.

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