Hoy me acordaba de Brassens y lo he estado escuchando mucho rato. Pero me gustaba más cuando escuchaba 15 minutos y paraba lo que estaba haciendo para darle la vuelta al disco.
Será ello el motivo de mi inconstancia.
El vinilo era algo único y alguien se encargó de engañarnos diciendo que el vinilo no valía y que para sonido bueno el cd. Pasó como con el pescado azul o el aceite de oliva.
Pasados los años recuerdas como entraban aquellas pistas y como el sonido era envolvente pero pormenorizado.
Y escuchaba quince minutos a Lluis Llach y quince minutos a Carlos Cano o Brassens o Silvio o Aute. Así que hasta que me roben la ídea y empiece a hacerla todo el mundo voy a montar mis vinilos preferidos cara a cara.
Este de Brassens se lo merece hoy por ser el día que es.
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