martes, 9 de noviembre de 2010

VACAS GORDAS, VACAS FLACAS. PROCURA NO PISAR LA CACA.


Ayer tarde fui a comprar por el centro de mi ciudad y estaba todo como el llanero, solitario.
Los mandamases (o madamemases) de la ciudad se congratulaban hace unos días de lo que iba a suponer para la ciudad la inauguración de un enorme centro comercial. VACAS GORDAS. Todo lo que entra sale, pensaba yo. Pero no quería ser agorero. La cuestión no es que 5000 tiendas vendan frigoríficos, sino la demanda de frigoríficos y que si lo compras aquí no lo compras allá. El gigante de IKEA está detrás. Pas probleme, o no.
Tengo varios amigos en tiendas del centro preocupados por un cierre inmediato. VACAS FLACAS.
La caverna, de Saramago, era una tremenda señal para tanto cerdo con tirantes que especula con la vida de las personas.
No hace todavía 4 años que habíamos adelantado a Italia e íbamos por Francia. Se hacía pisos como algodones en la feria: "¿de qué color se lo pongo?" VACAS GORDAS. Un pueblo entero dedicado a hacer puertas o lavabos para los millones y millones de viviendas que estábamos haciendo.
No vendo la casa, no pago las puertas, no pago a los empleados. VACAS FLACAS.
Con esta falta de previsión en lo cercano me asusta pensar en un mundo que consume, consume, se consume y gasta, gasta y se gasta. Los dirigentes son más listos que yo, digo para tranquilizarme. NO PASARÁ NADA.
Vacas gordas, vacas flacas. Que poco me gusta la mierda de vaca.

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