domingo, 6 de septiembre de 2009

VACACIONES


Nos hemos acostumbrados a simplificar y encasillar todo. Para facilitarnos la vida acudimos a un término cercano, un epíteto que no nos obligue a seguir pensando.
Pensar ¡malo! Trabajar ¡malo! Vacaciones ¡Puta madre! Y sin embargo el número de divorcios aumentan una hartá.
Durante 14 años he pasado meses de vacaciones en un pueblecito y al llegar al tajo me planteaba la situación como si fueran las verdaderas vacaciones. Por tanto tenemos en nuestra mente un elemento imprescindible para sopesarlo todo correctamente. ¿Por qué nos dejamos engañar por la simpleza de lo público? Es fácil olvidar las caravanas, el calor o malos ratos pero, por favor, no nos engañemos a nosotros mismos.

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