viernes, 25 de diciembre de 2009

¿QUÉ ES LO QUE PASA?


Tenía interés en montar videos porque algunas veces buscaba cosas que no estaban. Una de esas cosas imprescindibles que buscaba era este tema de Carlos Cano, ¿qué es lo que pasa? que formaba parte de su primer LP "A DURAS PENAS"
Buscando imágenes me he encontrado con entrevistas que refuerzan aun más su gran visión de la humanidad. La entrevista no tiene desperdicio.
Entrevista realizada el 26 de noviembre de 2000

"La copla se merecía pasar al olvido"
SEVILLA .- El bar del hotel Macarena trata de ambientar malamente un interior andaluz a base de azulejos de sorprendentes brillos y arquerías de imitación mudéjar. Carlos Cano está en promoción de su último disco, el segundo que hace con la copla como argumento. Sigue siendo un hombre comprometido políticamente, aunque lamenta que en los partidos políticos ya no se hable de los sueños de la gente.

P.- Esta semana se han cumplido 25 años de muchas cosas. ¿Le gusta la Andalucía de hoy?
R.- A mí, lo que me gusta cada vez menos es el tipo de seres humanos que está dando esta sociedad. Hay más cosas, pero hay menos carácter y menos esencia. La utopía ha desaparecido como elemento de búsqueda, y eso trae infelicidad. A mí no me gusta esta tierra ahora, donde la gente está, estamos, en un proceso de deterioro. Es un problema del mundo, no de Andalucía.
P.- Y, en ese paisaje que pinta, ¿qué vale la pena?
R.- Vale la pena seguir vivo, seguir luchando, aunque sea por uno mismo. Yo me moriré vivo.



P.- ¿Qué pasa con la política?
R.- La política ha desaparecido como ética de comportamiento personal y colectivo. Una política que da gentes tan mediocres, tan mezquinas, no vale la pena. Pero eso es lo que hay en la pescadería.
P.- Usted ha colaborado con el PA en campañas electorales...
R.- Yo actúo por emociones, por amigos, no por otros motivos. No tengo comportamiento de militante en nada, ni comparto los hechos diarios de la polÌtica. Si un amigo me pide una cosa, lo hago.
P.- ¿Sigue los acontecimientos que rodean al partido?
R.- Más o menos. Ultimamente, es inevitable. Es un gran problema que el PA tenga dentro a gente capaz de reventar la casa por tal de salirse con la suya. Yo no estoy en el partido y no sé cómo se resuelve, pero si sé que hay que contar los votos. Si a mí me echan mayoritariamente de una opción, pues me voy a mi casa, no trataría de imponer por cojones el 20 por ciento de los votos. El que quiera imponer el 20 por ciento tiene que tener un 80 por ciento de discurso ético y de capacidad de sueños, y hace mucho tiempo que no escucho a nadie hablar de sueños ni de nada. En este partido y en otros. Hace mucho tiempo que no oigo hablar de socialismo al Partido Socialista. Los partidos han perdido el discurso, y a mí, lo que discuta interiormente el Partido Andalucista y, particularmente, gente como Pedro Pachecho, la verdad es que me importa un pepino. Es un problema personal suyo.

P.- ¿Andalucía ha perdido oportunidades por no contar con un partido andalucista potente?
R.- Las oportunidades que ha perdido Andalucía, las ha perdido con el PSOE, que son los que mandan. Y si ha ganado algo, ser con ellos también. No busquemos el chivo expiatorio en el niño tonto. A mí me molesta que, cada vez que llegan unas elecciones, se coge al andalucismo y se le pegan tres palos.

P.- ¿Quién es el culpable de la crisis permanente del PA?
R.- Pues no es una situación provocada sólo por sus errores. El PA ha sido un partido no querido políticamente por el resto de los partidos e incluso por los medios de comunicación, ha molestado su existencia, como cuando se esperaba que Rafael Escuredo iba a traer la gloria con trompetas y clarines. El andalucismo ha molestado porque apareció cuando ya estaban las cartas repartidas, estaba todo repartido entre vascos y catalanes, y llegó pidiendo. Es un pecado que sigue pagando.

P.- ¿Qué sigue encontrando en Alejandro Rojas Marcos, tan denostado en los últimos años?
R.- Alejandro es amigo mío, y no tengo capacidad política para juzgarlo. El Metro, el estadio..., son cuestiones técnicas que no conozco. Yo lo que echo en falta es que Alejandro no esté en Madrid hablando de Andalucía. Ha cumplido un papel muy importante para esta tierra, ha ocupado un papel que nadie ha ocupado, y por eso, quizá, ha creado animadversión. Yo creo que es un político honesto. Puede estar equivocado, pero siempre lo he visto en el mismo sitio.
P.- Cambiamos de tercio. ¿La copla se ha agotado?
R.- El que está agotado soy yo. Necesito exhibir mis cosas y no voy a estar toda la vida haciendo copla, como no iba a estar siempre haciendo Lorca.

P.- ¿Le gusta la copla que se hace ahora?
R.- Prácticamente, no se escribe copla, porque para hacer copla hay que tener memoria, y la gente joven no la tiene. Lo que se hace hoy es repetir lo anterior, a veces con dignidad, de manera contemporánea; otras veces, de forma nostálgica, añeja, agria... El problema de la copla es que ha estado mucho tiempo aislada, en el olvido. Probablemente, una parte se lo merecía.

P.- ¿Por qué?
R.- Bueno, hubo gente de la copla que estuvo cerca de Franco, como otros han estado en la Bodeguilla. Eso sirvió a una generación de progresistas para decir que la copla tenía poco menos que la culpa de que Franco se muriera en la cama. Yo defiendo la copla como una estética fundamentalmente andaluza, y que en los años 60 desaparece porque no da alternativa a una juventud que requiere una actitud crítica.

P.- ¿Qué relación tiene usted, granadino, con Sevilla? ¿Se cree la teoría de las dos Andalucías?
R.- Yo siempre he entendido una sola Andalucía, la introvertida y la que mueve los brazos, la del río navegable y la de los otros ríos, por los que sólo navegan los sueños. Sevilla fue el lugar donde descubrí AndalucÌa políticamente, una ciudad maravillosa hasta que dejé de venir en fines de semana. Cuando estuve aquí más tiempo, ya no fue lo mismo. Granada y Sevilla son para quererlas, no para padecerlas.


Mi Carlos Cano, por Antonio Burgos

Por el río te fuiste, te fuiste por la sombra a la Caleta inmensa del color de la muerte, que se ha vuelto de plata de los duros antiguos. Llevadme a la Caleta, muchas veces dijiste. Y a estas piedras te traigo, memoria de mi pueblo, garganta de sus voces, corazón de sus hambres, ilusión de sus ojos, espejo de sus cielos, estribillo del alma, Carlos Cano Fernández, andaluz de una copla donde cabe la vida, donde cabe la muerte que proclama este viento de amores de utopía, donde cantan tu fado de raya portuguesa las marías viñeras del tango de la plaza y en el aire ya vemos aquella blanca y verde que nos quitó las penas, a duras penas siempre.

Me han dicho tus gaviotas de Alameda y de faro que el alba de este día tan triste de diciembre alumbró en los aguajes la alegría más triste, tiriritrán decían por Granada las nieves, tiritando de penas de estación de emigrante, la maleta que atabas con cuerdas de guitarra y el nombre que llevabas escrito en la libreta, Dusseldorf, Salustiano, el sol sólo nos queda, la luz que nos recuerda que La Habana está cerca, que el Malecón se llama como lo bautizaste, negritos con salero y son negras las teclas de un piano en Sevilla donde novias antiguas le escriben a embarcados las cartas que no llegan, que el bergantín naufraga con la luz de este día.

Mira, Carlos, las piedras, tus piedras caleteras. Sus nombres te sabías traspasando esta puerta, donde los marineros, en recacha del viento, a este azul hoy tan triste le llaman el celaje. Las piedras caleteras donde ahora te traigo me recuerdan tu vida, tu ilusión, tus poemas. Llegaste aquella tarde, autobús de La Alsina, la guitarra en la funda de cuadros escoceses, tu voz de libertades diciendo que a la calle, a proclamar la honra de sentir esta tierra y aventar abejorros, qué horror de clase media. Y las placas antiguas que tu madre escuchaba en radios de cretona, tricolor Chiclanera, y buscar las raíces en donde nada engaña, en la vida, que es pozo que llena muchos versos. Y La Habana tan cerca, no salsa, zarzamora. De allí llega este barco cargado de habaneras y Pericón tomando café de pucherete y un coro ya en la plaza proclamando la vida, no es canción, que es la copla, pues te sale del alma.

María es portuguesa, su dolor es de todos. Mari Cruz, maravilla, ha callado la fuente. Rocío no florece capullitos de patios. La dignidad que tienen para siempre las coplas se la dio con su temple de hombre de Granada este andaluz entero, corazón de su tiempo, el de pelos rizados, de camisa y guitarra, de escenario y proclama, de niño saharaui, de cubanito nuevo, del hijo al que enseñabas a andar por estas calles de cierros y azoteas, a ver venir los barcos en estos miradores, capitán imposible de goletas de sueños. Hoy Cádiz más que nunca se llama Carlos Cano.

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