Te conocí hace ya muchos años. A veces pienso que demasiados. Y día a día me pregunto cómo mantenemos una amistad que multiplica por minutos el tiempo que llevamos juntos. Si parecemos siasemes, joé.
Nos encontramos sin buscarnos. Nos hicimos amigos de conversación y humoradas y ya nos encontramos en el esfuerzo común de querer más lo del otro que lo propio.
Cuando tenía unos años menos ya sospechaba esto. Recuerdo en Cirarda que el jesuita que nos daba clases hablaba del amor de verdad, nos resumía en frases El Arte de Amar, de Erich Fromm. El amor, nos decía, no es querer mucho a una persona por las similitudes que tenga contigo. Eso es amor propio. Tal vez el libro tenía otras connotaciones, pero yo me quedé con eso. Y en la diferencia entre tú y yo está la armonía. Si parecemos la bella y la bestia, leches.
Han pasado los años y sigo reconociendo en estos versos de Benedetti el mismo planteammiento de hace casi tres décadas: compañera, usted sabe que puede contar conmigo. Y es que siempre me ha gustado hacer tratos.
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