jueves, 10 de diciembre de 2009

Chaque jour une chanson

Poema Retrospectiva Existente de Miguel Labordeta
Me registro los bolsillos desiertos
para saber dónde fueron aquellos sueños.
Invado las estancias vacías
para recoger mis palabras tan lejanamente idas.
Saqueo aparadores antiguos,
viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas,
estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato,
pero nadie me dice quién fui yo.

Aquellas canciones que tanto amaba
no me explican dónde fueron mis minutos,
y aunque torturo los espejos
con peinados de quince años,
con miradas podridas de cinco años
o quizá de muerto,
nadie, nadie me dice dónde estuvo mi voz
ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía
esculpida en presurosos desayunos,
en jolgorios de aulas y pelotas de trapo,
mientras los otoños sedimentaban
de pálidas sangres
las bodegas del Ebro.

¿En qué escondidos armarios
guardan los subterráneos ángeles
nuestros restos de nieve nocturna atormentada?
¿Por qué vertientes terribles se despeñan
los corazones de los viejos relojes parados?
¿Dónde encontraremos todo aquello
que éramos en las tardes de los sábados,
cuando el violento secreto de la Vida
era tan sólo
una dulce campana enamorada?
Pues yo registro los bolsillos desiertos
y no encuentro ni un solo minuto mío,
ni una sola mirada en los espejos


Han pasado muchos años desde el bachillerato. Pero estos días que paso más asiduamente por la casa donde viví muchos años con mis padres, evoco muchos recuerdos de tardes que pasé oyendo música o aprendiendo poemas.
Hoy que ya mis hijos tienen esa edad hablamos en ocasiones de gustos, ratos y tiempos perdidos. Precisamente el lunes 7 me preguntaba por qué tenemos tan esquematizada y esteriotipada la diversión y el entretenimiento.
Leer es de bicho raro, por ejemplo.
Seré un aburrío, pero que bien estoy cuando leo o escucho a Neruda en esta grabación de Paco Ibáñez.


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