viernes, 21 de agosto de 2009

LA DECEPCIÓN DE BODEGAS CASTAÑEDA. GRANADA


Últimamente visito Granada con asiduidad. Y como el león de Androcles tenía yo una espinita clavada de no poder visitar BODEGAS CASTAÑEDA que en Granada es el no va más de las tapas. Vas por allí a cualquier hora y te llevas unos apretujones tremendos y poco más.
Pues bien. Con eso de que a quien madruga, ve amanecer o algo así, me fui a las doce y media y me pillé una mesa.
Leo la carta y elijo una tabla caliente suponiendo que eso tenía que ser las tres maravillas del mundo pero juntas.
No habían pasado dos minutos y aparece el camarero con una tabla con aspecto más desangelao que los zapatos de mi tía, dos trozos de tortilla que habían pedido asilo político en Afganistán, dos croquetones de la segunda república y poco más pero todo más viejo que el ir a pie.
Conclusión: El deseo es malo.
Conclusión II: A quien madruga, le ponen las cosas de ayer.
Conclusión III: A Bodegas Castañeda no vuelvo hasta que me pidan disculpas y me inviten a una tabla en condiciones.

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