domingo, 29 de marzo de 2009

AMPLIFICANDO LO COTIDIANO LLEGUÉ A LO MUNDANO 2.



Saben aquel de Chiquito de la Calzada que cuenta que un policia está multando a un señor en Madrid pero le dice el señor:
- Oiga, usted no sabe quien soy yo. Yo soy concejal en Cuenca.
- Eso en Madrid es una mierda.
- Y en Cuenca, y en Cuenca.
A mi me ocurre lo mismo sin ser concejal ni vivir en Cuenca. Pero estoy reflexionando estos días sobre el poder y me doy cuenta de que al principio la lozania, la ilusión y los parabienes son mayoritarios. Pero pasa el tiempo y la rutina, el cansancio y las esquinas se apoderan de todo. En las esquinas viven los transformadores de la realidad.
A los políticos les ocurre y les ha ocurrido también. Ese síndrome del poder. Recibes palmaditas de los que te rodean y te rodeas de los que te dan palmaditas. Por eso creo que los cargos y el poder tendría que ser compartido. Mi anarquismo brasseniano me lleva a plantear soluciones cotidianas. Por ejemplo. Para elegir al presidente del gobierno habría que hacer un realiti y los que más convenzan a la audiencia porque lleva la ropa interior limpia, pues ese. Los cargos públicos en oficinas, hospitales y colegios tendrían que ser rotatorios. Como en los bloques de vecinos, todo el mundo tiene que pasar por la presidencia.
Nadie debería apalancarse en el poder. El poder no debería existir porque cada uno tendría que ser dueño y responsable, pero ya que existe no debería nunca suponer PARÁLISIS PERMANENTE.

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