miércoles, 3 de septiembre de 2008

VIAJE 3. LONDRES


Lo mejor del viaje es la sorpresa, romper con la rutina. En el viaje hay mucho de vida. Como en la vida, muchas veces esperas de algo una experiencia inolvidable y termina siendo inolvidable...mente traumática. Esos cruceros que imaginando una serie de televisión te subes pensando en el ligue y en la aventura y terminas ligando un mareo de siete días de malaventura. Ese viaje con tus amigos del alma que cuando conoces de cerca terminan siendo miserables y penosos.
O al revés.
Y tengo que reconocer que eso me pasó con Londrés. Yo, de cultura francesa, pronostiqué que Londres sería un país para ir y salir corriendo. Y me equivoqué. Fuímos en mayo de 2007 y los cinco disfrutamos de un viaje-de-ojos-abiertos. Oler el ambiente de las ciudades es maravilloso y Londres tiene mucho olor. Es distinto. Sus autobuses, sus taxis, sus museos, sus parques, sus cabinas, sus gentes. Bueno no, eso táchalo. Y de gastronomía no pongas nada.


El museo de la ciencia, el parque de Kesington, el estadio del Chelsea, el museo británico. Es que empiezas a enumerar y todo te enamora.


La incidencia inolvidable fue que casi perdimos el avión porque era imposible encontrar el autobús de vuelta al aeropuerto. La lluvia, los nervios, la cerrazón que acompaña a los malos momentos, me impedían pensar con claridad. La niebla londinense cubría el cielo y Jack el Destripador estaba cerca. En ese momento el sonido del Big Ben me hizo comprender que nunca debes quedarte dormido en el césped. Pero mereció la pena

No hay comentarios: