El fantasma
Estaba tembloroso, era inquietante,
Estaba vestido con un sábana blanca,
Presentaba todos los síntomas,
Todas las señales de una visión,
El aspecto espectral de una aparición,
En una palabara, ¡era un fantasma!
Por su forma de andar,
Por su forma de menear
Las caderas un poquito convexas,
Comprendí que me las tenía que ver
Con alguien del género que me gusta:
Con un fantasma del bello sexo.
“Soy una Pulgarcita perdida,
-me dijo ella, con una voz angustiada-,
un pobre fantasma extraviado.
¡No hay restos de los fuegos fatuos, (2)
No hay restos de los huesecillos
Con los que había señalado mi camino!
“Algunos poetas sin inspiración
habrán tomado ¡qué aberración!
Mis fuegos fatuos por estrellas.
Los pobres perros del comisario
Habrán roído ¡que lástima!
Mis huesecillos bien rellenos de tuétano.”
“Cuando el gallo cante por la mañana
¡vaya aspecto tendré con mi sábana
llena de arrugas y de costuras!
Y en este siglo profano en el que
La gente ya apenas cree en nosotros,
Van a gritar al impostor".
A mí, al que un gato perdido hace llorar,
Pensad cómo se me puso el corazón
Ante el problema del fantasma.
“Ven, -dije cogiendo su mano-,
que te muestre el camino,
que te conduzca a casa”.
La historia acabaría aquí,
Pero la brisa, y le doy por ello las gracias,
Levantó la sabana de mi acompañante...
¡Dios! Faltaban algunos huesos,
pero el resto, lejos de ser feo,
era de una gracia singular.
Mi Cupido, que en ese tiempo
Tenía la flecha fácil,
Dio en el blanco, y con fuego en el alma,
Invité, astutamente,
A la hermosa a venir un momento
A ver mis iconos, mis estampas...
“Querido, -dijo ella-, ¡está usted loco!
Tengo dos mil años más que usted...”
El tiempo, señora, ¡qué nos importa!
Echando mi brazo sobre el fantasma,
Bien envuelto en su sábana,
¡Me lo llevé para casa!
Y bien, señores, que se diga:
Estas bellas damas de antaño
Son unas endiabladas granujillas,
Más expertas en el juego amoroso
Que ciertas damas de hoy día,
¡y no quiero nombrar a nadie!
Por la mañana me han despertado,
Sacudían mi almohada
Con un ardor lleno de promesas.
Pero, ¡mal hayan las delicias de Capua!
Era mi padre gritando: “¡Arriba!
¡Por Dios, que vas a perderte la misa!”
(1) Capua es como la tierra de Jauja en España: la tierra de la abundancia y de la felicidad.
(2)
Feu follet: Pequeña llama fugitiva producida por la combustión
espontánea de ciertos gases que se desprenden de la descomposición de
las materias orgánicas. Se suele ver mucho en los cementerios, cuando
sale de la tierra el gas producido por la descomposición de los
cadáveres.
Muy buena la página de Jesús Álvarez con la traducción y aclaraciones. Y termina el disco con una canción que me ha encantado por la vuelta de la vuelta. Brassens siempre ha tratado bien a todo lo marginal. La canción L´Epave habla de una persona que era un deshecho humano, aún así le roban todo y es un flic, un policía del que tanto se había reido quien le salva.
El desecho
¡Yo invoco a Baco! ¡A Baco yo invoco!
El tabernero de la esquina acaba de jugármela bien.
De su establecimiento yo era el mejor pilar.
Cuando me bebí todo mi dinero, me puso en la puerta
Diciendo: “¡Al diablo con los borrachos!”
No tiene importancia, hay mesones muy raros...
Un pobre descalzo que pasó y me encontró borracho
Perdido, estando seguro que yo había dejado de vivir
(vosotros habríais hecho lo mismo), me quitó los zapatos.
¡Pobre hombre! Visto el estado lamentable de mis alpargatas,
dudo que encuentre con ellas su camino de Damasco (1).
No tiene importancia, hay transeúntes muy raros...
Un estudiante zarrapastroso cogió mi camisa
Que, en la oscuridad de la noche le pareció coqueta,
Pero a la luz del día sus ojos han debido desengañarse.
Lo compadezco de todo corazón, pobre chaval, si se la ha puesto,
Ya que, de un hombre feliz, distaba mucho de ser la camisa.
No tiene importancia, hay estudiantes muy raros...
La mujer de un obrero cogió mis pantlones.
“No, señora, no, tantas miles de patadas
han ido a parar a ellos que, si intentase
ponérselos a su marido, muy pronto, se lo aseguro,
tendrá hielo en los michelines”.
No tiene importancia, hay formas de llevar la casa muy raras.
Y yo estaba allí, desnudo, en el borde de la acera
Exhibiendo, a mi pesar, mis humildes genitales.
Una chica alegre, al volver de su trabajo,
Ella, que cada noche ve una docena,
Corrió a decirle a la policía: “¡He visto una cosa obscena!”
No tiene importancia, hay zorras muy raras...
El representante de la ley vino, con un paso bonachón.
Tan pronto como me vio gritó: “¡Diablos!
Estamos en pleno invierno, ¡va usted a helarse!”
Y temiendo que yo cogiese una pleuresía,
El pobre, me tapó con su abrigo.
No tiene importancia, hay policías muy raros...
Y desde entonces, yo, el orgulloso, el bravucón,
Yo, cuyo grito de guerra fue siempre: “¡Muerte a la pasma!”
No he podido gritarlo más ni una sola vez.
Todavía lo intento, pero mi lengua avergonzada
Cae pesadamente en mi boca pastosa.
No tiene importancia, vivimos en un tiempo muy raro...
(1) Camino de Damasco, encontró San Pablo la fe, es decir, encontró el sentido de su vida.