Y es verdá, llevo tres meses sin queré ver a naide y solo sargo pá ver un rato ar Casiano y charlá de sus cerdos. La sombra de los años me se mete en la mollera y me veo torpe, me veo que no voy a podé tirá palante, me veo mal.
Repaso mi vida y una y otra vé y cuando pienso en los seres queridos que ya no están conmigo, en los que se fueron del pueblo pá ganarse otra vida que no es la suya, en las mentiras que contamos todos pá hacer ver que nos sobre felicidá, en el dolor, en los años peores, me da una tristeza tan honda que no me la quita ni un vaso de vino. Er Casiano es un poco más joven que yo y no comprende mi pesar. Me mira con su cara de chorlito y como está pensando en sus cerdos y tiene una preocupación en la cabeza pó no comprende que yo piense en el más allá teniendo el más acá solucionao. Puede que en perdiendo la ilusión la desilusión sea más fáci que la solución, no sé si me estoy explicando. También puede que a mayor simpleza más cerca tiene la felicidá. Y que cuanto menos tienes menos necesita. Que complicao resurta todo cuando te lo planteas, Casiano.
- ¿Y entonces pá que te lo planteas?
- Contigo es difíci de filosofá.
- Si quieres te presto un cerdo y te desahoga.
Y entonces me vi echao en una camilla hablándole a un cerdo y me empecé a reí yo solo y un poco ma cambiao el ánimo. Espero que me dure pá aguantá al tipo en esta navidá. Que los demás no tienen la curpa de mis poblemas.
