Yo sería un imbécil si me dedicara a generalizar y un idiota profundo si fuera capaz de simplificar que la actuación de una persona representa a un país. Pero como la imbecilidad y la idiotez es un tanto por ciento de mi forma de ser, hoy seré un gran mortificado para si mortifico no vayan a acusarme, que canta el Silvio. Tocado.

Pero dos cosas me han llamado la atención en este naufragio a la italiana: que todo sea por una bravata y que me caí y aparecí en un bote salvavidas. Parece que el capitán Chetino, con h, está un poco tocado. El barco no. El barco está hundido.
En mis viajes por Italia he estado esperando a un camarero rato y rato mientras se fumaba un porro de kilómetro y medio en una plaza de Roma, he dado vueltas por una autovía cortada rato y rato, he sufrido algún que otro mal rato por la desidia nacional.
Tocado.
Hoy hablan de que se puede manchar la imagen del país por culpa del pobre Francesco, muy apreciado en su pueblo porque es buena persona. Unos dicen que sí, otros dicen que no, cantaba también el Silvio. En Italia se rompe la concordia y El Concordia. Glu, glu, glu. Hundido. Gracias Silvio, pero el otro, por elevar la moral de un país a la inmoralidad más absoluta. Hundido.